8

19 2 0
                                    

Yuri comenzó una relación con Otabek, aunque casi nada cambió entre ellos ya que la regla del rubio que protegía a su pequeño vecino les impedía besarse o tocarse más de la cuenta cuando Otabek visitaba la casa del ruso.

Era una situación un tanto frustrante para el moreno, después de todo eran pareja y por ello no había nada de malo en demostrarse afecto; pero él había accedido a lo que Yuri quisiera y, por alguna razón, su novio creía más importante que Yuuri no se enterara de aquello.

Nikolai por su parte estaba informado, si bien Otabek le parecía un buen muchacho, no creía que su nieto estuviera enamorado, aunque aquello tampoco era impedimento para ser novios, puesto que sí  sentía atracción por él. Después de todo estaban en la edad de experimentar, cometer errores y aprender de ellos, solo esperaba que las caídas de su nieto no fueran demasiado fuertes ahora que comenzaba a darse con más personas o se cerraría como antes.

Yuuri por su parte estaba en una burbuja, una que Yuri armaba para él con la intención de no dañar las ilusiones de un niño pequeño. Aún si creía que los sentimientos del japonés eran debido a su inocencia e inexperiencia, no quería que el menor pensara que los estaba pisoteando de alguna manera. Los besos, abrazos y caricias tuvieron que limitarse a la escuela y a los pocos momentos que compartían en la casa de Otabek.

—Esto es molesto, Yura —le había dicho un día el moreno, mientras caminaban hacia la casa del rubio y poco antes de llegar el chico soltó su mano— no podemos seguir así, él va a enterarse alguna vez y es mejor que sea de tu boca.

—Si no te gusta puedes irte, Beka. Nadie te retiene —lo miró desafiante.

Le quería mucho y sentía que no podía estar lejos de él, pero no aguantaría que nadie le dijera qué hacer con su vida y Yuuri era parte de ella, no de la vida de Otabek.

El moreno soltó un bufido, sabía que Yuri era llevado de sus ideas y no le molestaba, pero también sabía que el menor tenía un inocente enamoramiento por el rubio y que en algún momento se daría cuenta de todo. Yuuri no era tonto, de hecho era perceptivo con muchas cosas y él, con el tiempo, le había agarrado aprecio a ese niño.

Entraron en la casa y esta vez fue Otabek quien subió primero las escaleras, luego de saludar a Nikolai. Estaba molesto y por el momento no quería estar cerca de Yuri.

—Hola, Yuuri —saludo al menor que ya se encontraba en la habitación y parecía concentrado leyendo un libro.

—Hola, Beka —respondió con una sonrisa y dejando su lectura a un lado.

— ¿Qué lees? —Le preguntó viendo que era un libro de “Las crónicas de Narnia”— ¿No eres muy pequeño para esto? —le pregunto alzando una ceja.

—Pronto cumpliré siete, ya no soy tan pequeño —infló infantilmente sus mejillas y Otabek rio.

La relación de ambos era más cercana y de alguna manera eso se sentía agradable, conversaban más, a veces dejando a Yuri de lado quien se ponía celoso e interrumpía la conversación en busca de atención.

—Beka, ¿aún te gusta Yura? —le preguntó sin mirarlo a la cara porque le daba vergüenza hablar de asuntos amorosos.

Hace poco, desde la ventana de la habitación, los había visto tomados de la mano al llegar y eso le causó curiosidad. Yuri le había dicho que las personas cambiaban, tal vez eso quería decir que los sentimientos también.

—Sí, mucho —respondió con sinceridad, no había necesidad de mentirle a aquel que consideraba su amigo.

—Ustedes... ¿son novios? —cuestionó con la voz apagada y entrelazando sus dedos para distraerse jugando con sus pulgares.

Primer amor (Yuyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora