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Víctor escuchó a aquel tipo rubio que le estaba llamando la atención ¿Sería algún familiar de Yuuri? No parecía ser asiático y no le gustó la manera en que le hablaba. Pudo notar que Yuuri se ponía nervioso de alguna manera, logrando que el encendiera sus alertas mentales, pensando que ese chico no era algo bueno si lograba que el azabache se pusiera tímido.

—Yura… él es…

—Buenas tardes, mi nombre es Víctor Nikiforov —se apresuró a presentarse, extendiendo su mano para estrechar la del mayor como le habían enseñado a hacerlo por educación— ¿Y tú eres? —se atrevió a preguntar con una sonrisa fingida mientras miraba fijamente a los ojos verdes del chico. No se dejaría intimidar por nadie.

Yuri observó la mano extendida, pero no la tomó en ningún momento.

—Plisetsky, Yuri Plisetsky —respondió con molestia en su voz— Yuuri, tú mamá no pudo venir hoy y me pidió que pasara por ti a la escuela —comenzó a hablar dejando de mirar a aquel platinado que reconocía bien por las descripciones de su vecino— ¿Nos vamos?

Estiró su mano para que el azabache la tomara, sentía una necesidad enorme de ser él quien llevara a Yuuri de la mano.

Yuuri le sonrió al rubio y fue a coger la mano de este, pero Víctor lo interrumpió agarrando él su mano.

—¿Cómo sabemos que dices la verdad? —preguntó mirando con desconfianza al rubio.

Había muchos casos de niños que los iba a buscar un extraño a la escuela o un tío, un vecino; diciéndoles que su mamá los había enviado, pero que luego era mentira. Aquellos chicos terminaban desaparecidos y él no podía permitir que alguien se llevara a Yuuri así sin más, necesitaba algo más convincente.

—Tú no te metas, mocoso —le habló entre dientes al chico que en altura le llegaba hasta el pecho ¿Quién se creía que era?— soy su vecino, Yuuri me conoce desde hace bastante y soy de confianza para su familia. Ahora suéltalo —ordenó con su voz cada vez más enojada.

No sabía que le molestaba más, si el hecho de que estuviera tomando la mano del menor nuevamente o de que se metiera en el asunto cuando no le correspondía. Ese chico no era nada, con suerte conocía a su cerdo desde hacía una semana y se creía con el derecho a acercarse tanto y fastidiar. Si alguien tenía derechos sobre Yuuri era él.

—No —respondió Víctor aun más alerta al sentir a aquel tipo enojado, estaba dispuesto a dar aviso a un maestro para que llamara a la madre del chico y así corroborar la historia.

—Víctor. Conozco a Yura, es mi vecino y él no mentiría —intentó tranquilizar la situación.

Agradecía que el platinado lo cuidara, la verdad es que le hacía muy feliz que se preocupara por él, pero también sabía que el rubio disponía de poca paciencia y si tenía que decidir a qué mano aferrarse sería la de Yuri. Siempre sería Yuri.

Víctor le sonrió al menor y soltó su mano entendiendo que nada podía hacer si el chico quería irse con el rubio.

—Está bien, pero por favor ¿Podrías llamarme cuando llegues a casa? —Le preguntó con una preocupación que supo disimular con su sonrisa— para saber que todo está bien.

Yuuri asintió para luego darse cuenta de un detalle importante.

—Pero no tengo tú numero.

Primer amor (Yuyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora