Capitulo dos.

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Lena, tan solo había sido una joven de quince años cuando su madrastra le informó que, una vez alcanzara la mayoría de edad, sería comprometida con James, uno de los hijos de los grandes amigos de su esposo Lionel. Lena aún podía recordar vívidamente cómo había suplicado a su padre, pero este no podía hacer nada al respecto. Su accidente automovilístico lo había dejado en un estado lamentable, atrapado en un coma. Además, su hermano mayor Lex también había fallecido en ese trágico suceso, cuando tenía tan solo dieciocho años. Lena se encontraba ahora como la única heredera, ya que su madre, la primera esposa de Lionel, había muerto trágicamente en un viaje cuando Lena tenía apenas cuatro años. Después de varios años, su padre decidió casarse con Lillian, la mujer que había abandonado embarazada, y esta crió a su hijo y a Lena de manera diferente, debido al gran resentimiento que sentía al ver el rostro de aquella mujer en la adoración de Lionel, su hija.

El día en que Lena cumplió los dieciocho años, se vio obligada a casarse sin tener más opciones en los meses siguientes. A pesar de ser la heredera de una de las familias más adineradas, se encontraba atada de manos. La razón detrás de su consentimiento era una bebé, una niña pequeña que había nacido meses antes del accidente y que era su sobrina. Esta inocente niña, hija de su difunta cuñada Lana, se encontraba bajo el cuidado de Lillian, ya que su madre había fallecido trágicamente durante el parto producto de inconvenientes lamentables.

Lena, en lo más profundo de su ser, albergaba un odio feroz hacia James y Lillian. El día en que se vio obligada a casarse, juró en silencio, tras firmar el libro matrimonial, que haría la vida de James una miseria. Y así fue. Cada día, encontraba formas sutiles de hacerle sentir su desprecio y su rechazo.

Sin embargo, Lena encontró un respiro inesperado cuando su padre falleció y ella se sumió en un año de duelo. Durante ese tiempo, logró escapar de cumplir con sus deberes maritales a los cuales a la fuerza había tenido que tener. Fue un alivio momentáneo, pero también una oportunidad para planear su venganza y tomar el control de su propio destino.

Una vez que obtuvo el pleno poder sobre la fortuna familiar, Lena no perdió tiempo en eliminar a Lillian de su vida. Un sospechoso accidente en las escaleras dejó a Lillian confinada a una silla de ruedas, y Lena se aseguró de que su madrastra quedara recluida en un centro especializado para ancianos. Al mismo tiempo, contrató personal capacitado para cuidar de su sobrina, protegiéndola y asegurándose de que recibiera todo el amor y la atención que merecía por parte de ella y los sirvientes.

La relación entre Lena y James era de desprecio mutuo. James la despreciaba por el hecho de que su padre lo había obligado a casarse con ella para que abandonara a su verdadero amor, una chica pobre llamada Lucy. A pesar de su insistencia en obtener el divorcio, James le dejó claro a Lena que solo la muerte los separaría, tal como Dios lo dictaba en su juramento matrimonial.

Lena accedió a aceptar su destino frente a su esposo, mostrándose segura de que la muerte sería el único evento que los separaría. Después de ese enfrentamiento, James decidió demostrar que no le importaba nada y se sumergió en los placeres que el alcohol y las relaciones carnales con sus múltiples amantes le proporcionaban. Nunca volvió a tocar a Lena de manera sexual, pero la castigaba día tras día con diferentes acciones. Sin embargo, a Lena parecía no importarle demasiado, ya que encontró refugio en su carrera y, finalmente, en su imperio económico.

Con el tiempo, Lena se convirtió en la CEO más importante de la ciudad, reconocida a nivel mundial. Aunque la prensa siempre la criticaba por las infidelidades de su esposo, ella no se preocupaba por ocultarlas. En cambio, daba más importancia a los elogios que la llamaban la mujer más hermosa, palabras que ciertamente eran acertadas. Lena, sin lugar a dudas, era una mujer de una belleza deslumbrante, una verdadera musa que parecía haber sido esculpida por los mismos dioses. Su figura era una obra maestra, con una silueta en forma de reloj que resaltaba sus curvas delicadas y perfectamente proporcionadas. Cada movimiento suyo era un ballet de elegancia y gracia, capturando la atención de todos los que tenían la fortuna de cruzar su camino.

Sus ojos, grandes y expresivos, eran de un verde esmeralda hipnotizante, como dos joyas preciosas que brillaban con una intensidad cautivadora. Parecían tener la capacidad de leer los pensamientos más profundos y transmitir emociones sin necesidad de palabras. Su mirada penetrante era capaz de cautivar a cualquiera que se atreviera a mirarla a los ojos.

Su piel, pálida como la luna, era suave y radiante, como porcelana fina. Parecía bañada por una luz etérea que resaltaba su belleza natural y le daba un aire de misterio y sofisticación. Cada centímetro de su piel parecía haber sido acariciado por la suavidad de las caricias más delicadas.

Y su cabello, negro azabache como el ala de un cuervo, caía en cascadas sedosas y brillantes sobre sus hombros. Cada hebra parecía tener vida propia, danzando al compás del viento y enmarcando su rostro con un halo de misterio y seducción.

Lena era, sin duda alguna, la personificación de la belleza en su estado más puro. Su presencia era como un faro que atraía todas las miradas, dejando a todos sin aliento ante su deslumbrante esplendor. Era una musa que inspiraba a los artistas y dejaba a los poetas sin palabras.

Con el paso de los años, James había experimentado un cambio significativo en su comportamiento. Su actitud hacia Lena se volvió aún más despectiva y manipuladora. No solo buscaba formas de castigarla emocionalmente, sino que también se entregaba a hábitos autodestructivos, como el consumo excesivo de alcohol.

En varias ocasiones, James se dejaba llevar por sus borracheras y perdía el control, lo que resultaba en comportamientos inapropiados y discusiones acaloradas. Aunque pocas veces llegó a la violencia física, aquellas ocasiones había herido a Lena de formas alarmantes, sin embargo lo más destacable de él diariamente eran sus palabras hirientes y su falta de respeto hacia Lena eran un recordatorio constante de su desprecio.

A pesar de las dificultades que enfrentaba en su matrimonio, Lena encontró fortaleza en su carrera y en su crecimiento personal al cual la había motivado su pasado y la existencia de su sobrina. Se aferraba a sus sueños y metas, utilizando su talento y determinación para superar los obstáculos que se le presentaban cada día que pasaba.

Rivales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora