Capitulo doce.

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Narración de Lena.

Estaba convencida de que todo había llegado a su fin, de que James sería recluido en prisión por sus atroces actos. No estaba muerto, pero sus acciones le habían destinado a una vida tras las rejas y, eventualmente, a un encuentro con la muerte.

Eso era lo que creía.

Estaba segura de que ese sería el desenlace de todo lo ocurrido, sin embargo, no fue así. De alguna manera, James había reunido la fuerza que aún le quedaba y se aproximó a nosotras, tambaleándose hacia mí. Pero Kara, una vez más, intervino, defendiéndome. Realizó una maniobra que me permitió esquivarlo y acabé apoyada contra la pared. James y Kara comenzaron a luchar, al borde del vacío, separados solo por la barandilla de la escalera.

En un intento de deshacerse de ella, James lanzó a Kara hacia atrás y cayó al suelo del segundo piso. Desesperadamente, intentó levantarse y, con gran esfuerzo, lo consiguió. Los golpes iban y venían de ambos lados. James lanzaba los primeros, pero Kara no se quedaba atrás, devolviéndolos con igual intensidad. A pesar de que su fuerza no era comparable a la de aquel hombre, no se quedó inmóvil.

Cansado de la situación, James intentó arrojarla nuevamente al vacío, pero ella se sostuvo del barandal. Corrí en su ayuda, pero no estaba sola, Kieran también se unió a mí. Sostuvimos sus muñecas en un intento desesperado de traerla de vuelta a la parte segura, conscientes de que la caída podría herirla de gravedad.

Atrapadas en nuestro deseo de ayudarla, fuimos incapaces de notar la presencia de alguien más. Dos empleados habían despertado y presenciaban la escena aterradora que se desarrollaba ante ellos. Pero no solo eso, Clark también había sido testigo de todo y, lleno de ira, subió las escaleras y se lanzó hacia James. Ahora la pelea era justa y los golpes se proporcionaban con equilibrio.

Pudimos traer a Kara de vuelta a la superficie y aquello fue un alivio para mi corazón. Sabía que estaba a salvo. Sabía que él estaba allí. Abracé a Kara, abracé al amor de mi vida, y juntas lo observamos. Clark arrojó a James desde el segundo piso, su cuerpo pesado, sus pasos débiles, su equilibrio perdido por el alcohol que corría por sus venas. Había encontrado su final.

Clark se acercó a nosotras y su mirada lo decía todo. Desconocía los hechos, desconocía la verdad. Nos había defendido porque creía que éramos nosotras las que estábamos en riesgo, siendo atacadas como en un inicio fui yo. Nunca notó que James nos había encontrado atrapadas en nuestro mundo, en el real, en el que nos amábamos.

Clark bajó las escaleras y Kieran lo observó. Ella lo notó. El arma. James la tenía y no dijo nada. Cayó como una cómplice. James dejó que Clark se acercara y visualizara todo. Las heridas, los golpes.

James: Acércate. - Él lo hizo, y después de sentir el aroma a whisky que emanaba de él, su amigo, oyó el ruido de la bala. La bala atravesó su vientre y salió de su cuerpo. - Cobarde, siempre lo fuiste. - Fue lo único que pudo decir antes de perder el conocimiento.

Clark se levantó y sostuvo su herida, la sangre se esparció en su camisa blanca, mostrando lo obvio. Antes de siquiera dar el primer paso, cayó de rodillas, miró a Kara con una súplica. Quería que lo ayudara, pero ella no se inmutó, lo vio caer desvanecido. Y nunca se preocupó por él. Miré sus ojos y en lo más profundo de ella, estaba feliz. Ella estaba completamente alegre de que él cayera al igual que James. Y lo entendí.

Ya éramos libres.

Las autoridades entraron por la puerta, los médicos se acercaron a ambos y un policía se acercó a nosotras preguntando si estábamos bien. Asentí débilmente. Mis párpados se cerraban y era difícil abrirlos, estaba cansada, adolorida.

Pero la pregunta nació en mi.

Volte a verla, una vez más. Y ella me sonrió, no con ternura. No con amor.

¿Kara había sido capaz de dejar que él viniera hacia nosotras?

¿Ella lo sabía?

No, no podía ser así.

No, ella no podía ser el monstruo.

¿Verdad?

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El rostro de Kara estaba desfigurado, clamando por una intervención quirúrgica inmediata. Una cicatriz, una marca indeleble, se temía que se convirtiera en su nuevo sello distintivo. Un surco profundo y aterrador, que, aunque un cirujano experto podría atenuar, nunca desaparecería por completo. Pero eso no sería ahora, no tan pronto. Su cuerpo estaba plagado de heridas profundas y superficiales, causadas por fragmentos de cristal. Rasguños, contusiones, labios partidos, una mejilla marcada por los puños de James y un abdomen surcado por moretones.

Lena, aún más golpeada, se desplomó inconsciente después de los sucesos. No obstante, fue sostenida por los brazos temblorosos de su acompañante, quien no solo la sostuvo, sino que acarició su rostro lastimado y observó su cuerpo, que parecía haber sido usado como un saco de boxeo. Su piel pálida estaba salpicada de moretones, una prueba gráfica de la brutalidad que había soportado.

Ambas fueron atendidas por los paramédicos. Lena fue trasladada al hospital de la ciudad y, aunque su estado no era tan crítico, tuvo que permanecer allí al menos una semana. Kara, por otro lado, tuvo que someterse a una operación, una cirugía larga y tortuosa. Los fragmentos de cristal fueron extraídos de su piel, de su rostro, y una cicatriz enorme y desgarradora cubrió la superficie lastimada de su piel.

Un cirujano experto le aseguró que esa cicatriz podía ser atenuada con futuras intervenciones quirúrgicas. Kara, la mujer de ojos azules marítimos, no dudaría en gastar lo que fuera necesario para recuperar su belleza y convertir esa cicatriz en un mero recuerdo desagradable.

James murió durante su traslado a urgencias. No resistió y los médicos no pudieron hacer nada por él, más que pronunciar un "Lo siento". Su sangre estaba saturada de alcohol, sus heridas eran graves y la caída que sufrió no ayudó en nada.

Clark, por otro lado, fue intervenido. La bala que había entrado y salido había dañado dos órganos vitales. Estaba en coma y su estado oscilaba entre la vida y la muerte. Sin duda, había sido una pesadilla atroz, un evento que marcó un antes y un después en la vida de todos los presentes.

Tanto los empleados como Kieran testificaron, relatando todo lo ocurrido. James quedó marcado como el monstruo que era, que siempre había sido. Mientras que Lena y Kara, quedaron como las víctimas de una situación lamentable. Y Clark, como un héroe que se desvanecía.

Rivales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora