Rivales.

Capitulo trece.

Los medios de comunicación no cesaban de cubrir el incidente, cada detalle, por más mínimo que fuera, era noticia. Esta constante cobertura mediática alertó a Kara, quien, tras salir de una operación, se encontraba de mal humor. El médico de su esposo, quien había trabajado incansablemente, entró a su habitación para darle la noticia de un milagro: Clark, a pesar de todos los pronósticos adversos, estaba vivo y luchando por recuperarse y retomar su vida normal. Kara, sacando fuerzas de donde parecía no haber, agradeció al médico y al cielo con una actuación digna de un Oscar por tan maravillosa noticia.

Días después.

El estado de Kara mejoraba favorablemente, y en cuanto se sintió con fuerzas, decidió ir a ver a Lena, quien sonrió ampliamente al notar la mejoría de la misma. Lena observó la cicatriz y escuchó la información de que con algunas cirugías, todo estaría bien y Kara volvería a ser la misma. Lena sonrió y la abrazó guardo las apariencias por supuesto, aunque se quejó por su cuerpo adolorido que parecía revivir cada golpe y arrastrón con solo ser tocado.

La situación se desarrolló de la siguiente manera: los testigos prestaron declaración, relatando con exactitud todo lo que habían visto. No había duda de que decían la verdad. Kieran, junto a su abogado, afirmó que ella se encontraba con su tía en la casa durante los eventos. Pero el testimonio más importante fue el del chófer, quien aseguró que fue él quien habló con Clark e informó sobre James. Lena y Kara también testificaron en los días posteriores.

Kara, con su respectivo abogado, aseguró firmemente que ella fue a ver a Lena ya que esta se había comunicado con ella y que minutos después, el esposo de Lena apareció en escena y la atacó en su estado de ebriedad. Lena respaldó esta versión y mostró antiguos golpes y heridas más recientes, demostrando así que James era violento con ella y que a lo largo de su matrimonio había vivido una terrible pesadilla de golpes, humillaciones y daños psicológicos bastante elevados. Aseguró que la causa de su alcoholismo y problemas alimenticios en su mayoría era producto de su vida conyugal y que había huido de James luego de que Clark la salvara, por ello la gran molestia de el a ella misma. Frente a las autoridades, agradeció a Kara por salvarla, ya que de no ser por ella, habría muerto, no sin antes ser violada y humillada, y lo peor, James era capaz de atacar a Kieran. Kara, sin saber cómo reaccionar, solo le regaló una sonrisa y la autoridad aseguró que cuando Clark estuviera bien, su testimonio sería vital.

Sin embargo, había personas que no estarían convencidas de una inocencia pura, real.

Ambas lo sabían, estaban totalmente conscientes de ello.

Una semana después.

Las autoridades por presiones y sobre todo por un caso que parecía estar prácticamente cerrado, accedieron a entregar el cuerpo de James y Lena supo bien como actuar al respecto.

En el instante en que las puertas de la iglesia se abrieron con un gruñido suave, todas las miradas se desviaron hacia la entrada, capturadas por el eco de tacones golpeando con autoridad el suelo de mármol. Eran ellas, Lena y Kara.

Lena emergió de la penumbra como una visión de elegancia lúgubre, envuelta en un vestido de noche negro que parecía haber sido moldeado a su figura. El tejido, ajustado con una precisión casi quirúrgica, delineaba cada curva y ángulo de su cuerpo con una audacia que rozaba la veneración. En lugares estratégicos, el negro del vestido se desvanecía en un rojo sangre intenso, un eco visual de su duelo, pero también un estandarte de la responsabilidad que sentía por la muerte de James.

Su cabello, habitualmente suelto y salvaje, estaba recogido en un peinado sofisticado que revelaba su rostro con una honestidad cruda. Sus labios, pintados de un rojo tan profundo como el de las rosas más oscuras, parecían esculpidos por un artista, y un delicado collar de incalculable valor se enroscaba alrededor de su cuello, añadiendo un toque de majestuosidad a su presencia.