Capitulo ocho.

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Cuando Clark entró con James a la sala encontraron a Kara cómoda en el sillón, un vaso de whisky estaba en su mano y sus mirada se encontraba pérdida. Su esposo se acercó a ella y tocó su hombro atrayendola a la realidad.

Clark: Llama a Lena.

Kara: No está aquí.

James: ¿Dónde está? - Se acerca intimidante, antes de que pudiera romper el espacio personal de la rubia está se levanta. - ¿Dónde está mi esposa? - Pregunta nuevamente apretando los puños, acto que la ojiazul no pasó desapercibido.

Kara: Vas a golpearme. - Sonrió ampliamente. - adelanté. - tira el vaso de cristal al suelo. - Vamos, dame un buen golpe.

James: Crees que no te romperé esa linda boquita como lo he hecho antes con Lena?

Kara: Creo que me confundes con alguien que no soy.

James: - Rie. - He intenta acercarse más a Kara pero su esposo interviene y lo empuja hasta el otro extremo de la habitación. - Tranquilo, no iba a dañarla. Las lecciones a tu esposa se las debes infligir tú, amigo.

Clark: Vete.

James: Claro, solo que tu amada esposa me diga donde fue Lena.

Kara: Robo mi coche, no sé donde fue solo que tengo algo más que criticarle aparte de tener un adorno tan mediocre como tú.

Kara giró sobre sus pies descalzos y subió la escalera hacia su habitación. Una vez allí, se quitó la ropa que cubría su piel y, ya completamente liberada y solo en bragas, subió a la cama mientras bailaba al ritmo de una canción que solo era audible en su cabeza. Clark acompañó a James hasta la puerta y luego subió a la habitación, para encontrar a Kara riendo sola mientras sus pies cansados la hacían tropezar y caer.

Clark: Pocas veces he tenido el honor de verte desnuda.

Kara: Tal vez porque eres malo conmigo.

Clark: Eso no es cierto. - Se sienta en el sillón. - Siempre te he tratado como a una reina. Una muy malcriada. - Apunta con el dedo.- Siempre has tenido todo en este matrimonio y eso incluye mi corazón.

La ojiazul se levanta y posiciona sus manos en sus caderas, deslizando sus bragas por sus piernas desnudas para luego caminar hasta Clark, quien no había apartado la vista de ella.

Kara: Si me muestras cuánto confías en mí, y sobre todo lo arrepentido que estás por esas acusaciones infundadas que no tienen nada de sentido, puede que este matrimonio. - Toma las bragas y las coloca en el saco del peligro. - y mi corazón sean tuyos. - Sonríe para luego besar su cuello. - Solo tuyos. - Sale de la habitación.

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Lena: ¿Cómo?

Kara: - Encogiéndose de hombros, Kara responde - Seducir a un hombre como él, es sencillamente estúpido.

Lena: Es bueno saber que tus habilidades de seducción aún no han tenido que ser puestas a prueba, pero eventualmente lo harán.

Kara: Vine hasta aquí, para asegurarme de que estás bien, Lena. - Se tira en el sillón con un suspiro cansado. - No vine aquí para que me reclames por cómo consigo huir de él. - Se quita los zapatos con un gesto de descuido. - Y si piensas en hacerlo, te ahorraré el esfuerzo de gastar tus palabras y me iré.

Lena: ¿Dónde irás según tú?

Kara: Con alguien que no me reclame cuando tan solo me preocupo por ella.

Lena: - Lena suspira pesadamente, frustrada. - ¿Cómo se llama esa mujer?

Kara: Eso no importa.

Lena: Tiene tu dinero.

Kara: Tú lo dijiste, es mi dinero.

Lena: ¿Qué te ocurre?

Kara: No quiero hablar de Clark, dinero u obligaciones. Estoy aquí porque vine a asegurarme de que estás bien y a divertirme.

Lena: Lo siento.

Kara: Ya olvídalo. - Se levanta solo para jalar a Lena hacia su regazo y abrazarla. - La niña se parece a ti. - Comenta con una sonrisa.

Lena: Es mi sobrina.

Kara: Si tan solo una sobrina se parece a ti, no puedo imaginar cuánto se parecería una hija. - Besa sus hombros. - Me aterroriza la idea de ver correr a alguien igual a ti por este lugar.

Lena: - Lena ríe. - ¿Te daría miedo?

Kara: Por supuesto, imagínatela. Dios mío, no podría describir lo que sentirías al verlas juntas.

Lena: ¿Seríamos buenas madres?

Kara: Tú sí, te gustan los niños. Incluso los llorones y gritones que parecen morir por atención a cada segundo. Es un horror, su existir. Es más, recuerdo cuando me enseñaste una foto de tu sobrina recién nacida. Para ti era hermosa y para mí horrenda. Creo que agarró belleza muchos meses después.

Lena: Eres desagradable.

Kara: Soy honesta.

Lena: Aún así creo que serías buena madre.

Kara: Claro, cuando tenga cinco años y ya hable. - Ríe. - ¿Quieres ser madre ahora?

Lena: ¿Me amarías lo suficiente para darme esa dicha?

Kara: Si hacemos un trato conveniente donde tú le cambies los pañales, sí.

Lena: Kara.

Kara: Humm.

Lena: Te amo.

Kara: Por supuesto que me amas, soy genial, sexy y hermosa. Si no me amaras, estarías completamente demente.

Lena: -Trata de liberarse de aquel abrazo. - No me dejarás ir.

Kara: No.

Lena: Pero no me dices que me amas.

Lena: - Intenta liberarse del abrazo, su voz es un susurro. - No me dejarás ir, ¿verdad?

Kara: No, no lo haré.

Lena: Pero aún no me dices que me amas.

Kara: - Kara ríe, su risa es suave y llena de cariño. - Oh, ¿necesitas escucharlo? - Su voz se suaviza. - Te amo, mucho, Lena. - Con esas palabras, la suelta, su mirada llena de amor sincero. -

Rivales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora