Capitulo once.

760 98 10
                                    

Narración de Kara.

Lo amaba. Besarla, sentir su calor, su cuerpo contra el mío. Sus suaves besos y caricias me envolvían por completo en ella, en todo lo que era Lena. Lena, mi amor. Lena, el amor de mi vida. ¿Podría vivir sin ella? No, lo juraría.

Nos complementábamos, nos observábamos mutuamente, nos pertenecíamos.

Lena: Dímelo, lo que callas. - Lo sabía. - Soy tu confidente.

Kara: Lo eres. - Aseguré mientras sujetaba su cintura con más fuerza en mi regazo. Dios, ese contacto me tenía perdiendo la cabeza. - Lena. - Acaricié su mejilla. - Eres mi mujer y yo soy tuya. - Sonreímos. - No quiero verte triste por ideas equivocadas en esa cabeza tuya. No eres mi amante. Nunca te he tratado como ello porque tú jamás podrías ser algo que no fuera mi esposa.

Lena: ¿Quieres que sea tu esposa?

Kara: Lo deseo.

Se abrazó a mí, mi amor. Sus ojos bonitos. Acaricié su espalda y sentí su toque aún más fuerte. ¿Lena? No lo hagas, por favor, no te acerques más a mí. No podré resistirlo. Por favor, no me enamores aún más de ti. Ya lo lograste, me tienes a tus pies. Has doblegado mi voluntad, ya no puedo defenderme. Una vez más, has tendido tus emboscadas...

Lena: Quiero ser tu esposa.

James: Pero eres mía. - Grito y ello resonó en la habitación. -

Todo sucedió tan rápido. Lena, que estaba sobre mí, fue arrastrada hacia él como una muñeca de trapo, completamente indefensa. Golpeó su rostro y fue arrojada al otro lado de la habitación, chocando su espalda contra el sofá y quejándose de dolor. Me levanté rápidamente, buscando enfrentarlo. Le golpeé el rostro y él rió, lo golpeé una vez más y eso solo pareció alentarlo. Me devolvió el golpe y sentí el sabor metálico de la sangre en mi labio partido. Agarró mi blusa, atrayéndome hacia él. Su aliento a alcohol era nauseabundo.

James: Clark no está aquí, no podrá proteger a su esposa. - Sonrió ampliamente y luego miró a Lena. - Ni a ti, maldita zorra. - Volvió su mirada hacia mí y me zarandeó, haciendo que los botones de mi blusa salieran volando, dejando mi sujetador expuesto. - Una vez que me haya ocupado de ti, serás la esposa perfecta y nunca, jamás volverás a ser una extraña. - Intenté apartarlo, pero fue inútil. Me arrastró hacia la escalera y, cansado de mis intentos de soltarme, me arrojó hacia un costado, sobre una mesa de cristal. Miré el techo y luego giré mi cabeza para ver a Lena. Todo se volvió negro, todo se desvaneció.

El rostro de Kara y partes desnudas de su cuerpo habían resultado heridas, con trozos de cristal clavados en su piel como agujas. Su cuerpo había roto la mesa de cristal en el impacto. Lena, con esfuerzo y debilidad, se levantó y gateó hasta llegar a Kara. Esta escena pareció divertir a James, quien caminó hacia una pequeña mesa de bebidas, bebiendo directamente de la botella con una mirada desquiciada. Luego, arrojó la botella contra la pared, haciendo añicos.

James se acercó a Lena, quien estaba desesperada al ver el estado en el que se encontraba Kara. La tomó del cabello, obligándola a mirarlo, sintiendo su desesperación y escuchando su grito de dolor.

James: Parece que has extrañado que te haga gritar, llorar, y por eso has buscado revolcarte con esa. - Miró a Kara con desprecio. - Pero eso se acabó. Serás mía, como lo has sido desde que dijiste "sí".

Lena intentó luchar, pero al darse cuenta de que era en vano, decidió morder a James. Clavó sus dientes en la piel del hombre y, al sentir la sangre y un poco de piel desprenderse, lo soltó justo cuando él también se alejó de ella, maldiciendo. Fue en ese momento que Lena aprovechó para correr a tropiezos hacia la escalera que conducía al segundo piso, siendo perseguida por James, quien reía y la amenazaba.

James: ¡Corre más rápido, Lena! ¡Vamos, corre!

La pequeña sobrina de Lena, quien había despertado mucho antes de que alguien se diera cuenta se encontraba en la cocina, ella había decidió investigar lo que ocurría al escuchar los gritos y golpes. Se acercó lentamente hacia el pasillo y la puerta que conducía a la sala, y al presenciar la escena, pensó rápidamente y optó por dirigirse hacia la biblioteca. Sabía que allí estaba el teléfono en el escritorio y no dudó en usarlo para llamar a emergencias e informar de lo que estaba sucediendo. Después de proporcionar los datos necesarios, sus ojos se posaron en el cajón del escritorio, justo al lado del sillón favorito de Lena. Vio un arma y, sin dudarlo, la tomó en sus manos y regresó al pasillo, donde Kara ya se encontraba consciente. Se acercó a ella y le mostró el arma.

Kara: Lena. - Kara volteó hacia arriba y tomó el arma de fuego que le ofrecía la niña. Sabía que debía salvar a Lena, que tenía que ayudarla. Ya era hora de que esto terminara.

Con el corazón latiendo desbocado, Kara subió las escaleras y se encontró con una escena aterradora que le cortó el aliento. James tenía a Lena en la cama, sus manos alrededor de su cuello, mientras intentaba desgarrar violentamente su ropa, dejándola vulnerable y expuesta. La visión de Lena luchando por respirar, sus ojos llenos de miedo y dolor, envió una oleada de rabia y determinación a través de Kara.

Sin pensarlo dos veces, Kara se lanzó hacia James, con un grito de furia y desesperación. Ambos se enredaron en una lucha feroz, sus cuerpos chocando y retorciéndose en un torbellino de violencia. Kara, impulsada por la necesidad de proteger a Lena, se aferró a cada oportunidad para liberarla de las garras de James.

En medio del caos y los forcejeos desesperados, Kara logró agarrar el arma que la niña le dió y ella había dejado caer. Pero en la confusión del momento, un disparo resonó en la habitación, haciendo eco de la tensión y el peligro. El arma cayó al suelo, mientras Kara y James continuaban su enfrentamiento, luchando con todas sus fuerzas.

Con una fuerza brutal, James golpeó a Kara, haciéndola chocar contra una mesa cercana de madera. El dolor se extendió por su cuerpo, pero Kara se negó a rendirse. Con determinación, se levantó rápidamente, su mirada fija en Lena, quien luchaba por respirar y mantenerse consciente.

En ese momento crítico, la sobrina de Lena, valiente y decidida, subió las escaleras y se encontró con la escena aterradora ante sus ojos. Sin dudarlo ni un segundo, tomó el arma que había caído al suelo, sintiendo su peso en sus manos temblorosas. A pesar de su falta de experiencia, apuntó hacia James, su dedo temblando en el gatillo.

Con un par de disparos descontrolados, los proyectiles rasgaron el aire y alcanzaron a James, hiriéndolo en el hombro y la pierna. El sonido ensordecedor de los disparos se mezcló con el grito angustiado de Lena quien grito su nombre.

Lena: Kieran...

El impacto de las balas hizo que James retrocediera, soltando un rugido de dolor y furia.

Kara, consciente del peligro que representaba el arma en manos de la niña y de la necesidad de poner a los actos de James, actuó rápidamente. Con decisión, arrebató el arma de las manos de Kieran, asegurándose de que estuviera fuera de su alcance. Luego, se acercó a Lena, cuyo cuerpo temblaba de miedo y dolor, y la abrazó con fuerza, susurrándole palabras de consuelo y prometiéndole que todo estaría bien.

Juntas, Kara, Lena y la valiente Kieran buscaron una manera de poner fin a esta pesadilla y protegerse mutuamente, salieron de la habitación, Kara ayudo a Lena a levantarse mientras James gemía de dolor en el suelo.

Rivales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora