Esta es la historia de amor más cliché del mundo donde seguimos la vida de Camila Fernández, una actriz argentina, que le llega de golpe una propuesta interesante. Camila acepta sin dudarlo, sin saber que un simple chico de casi 30 años le iba a cam...
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Montevideo, Uruguay. 10:00 AM
Bueno, esto es así: Con Enzo decidimos llevarlo tranquilo, tomarnos nuestro tiempo para conocernos por lo tanto no lo queremos hacer público hasta que sepamos que vamos a ser algo serio.
Entonces no nos demostramos afecto en público, aunque a mí me cuesta un poco, y mucho menos le dijimos a el director ni a algunos de los chicos. Solo saben Agus y Mati.
La situación actual es que íbamos a empezar a grabar. Se terminaron los dos meses de ensayo y ahora vamos a grabar, por fin.
Empezamos a grabar acá en Montevideo, donde tengo bastante aparición. Empezamos con las escenas en el aereopuerto.
Algunos grababan en un set y otros en otro set idéntico. Según Bayona fue para hacer esto más rápido.
Para mi suerte, y la de enzo, hoy nos tocaba la escena de la foto frente al avión. Era, literalmente, la única escena en la que nuestros personajes hablaban entre sí.
Los chicos posaron para la foto, imitando la verdadera fotografía.
— Uno, dos..... Tres!
Anuncié yo, quien iba a sacar la foto. Acto seguido Enzo (Numa) se acercó a mi.
— Sentiste que hizo click?
Pregunto agarrando la cámara y murándome a los ojos. Le sonreí y antes de que pueda contestar Bayona me interrumpió.
— Corte! Enzo es la hermana del amigo de tu amigo, no una chica que te queres chamuyar.
Después de que las palabras salieron de su boca, automáticamente todos los chicos se empezaron a reír.
— Va de nuevo pero ahora bien.
Nos acomodamos de nuevo. Saque la foto y Enzo se acercó a mi.
— Sentiste que hizo click?
Enzo hizo un movimiento raro con la cámara. Yo asentí.
— Si, está hecha.
Le dije sonriendo con calidez. Dicho esto me fui de la escena seguida bajo la mirada atenta de Enzo.
— Corte! Hermoso.
...
Tuvimos que repasar varias escenas muchas veces pero hora Enzo y yo estábamos en nuestro descanso. Estábamos con algunos de los chicos comiendo y jugando a las cartas.
— Truco!
Matías me había cantado truco en la cara después de rechazarle el envido. Mire mi ancho de basto acompañado de un flojo doce de oro, lo mire de nuevo y sonreí.
— Retruco!
— Quiero vale cuatro!
— Quiero!
Le dije mirándolo desafiante. Confiaba en mis cartas. Mati tiro un diez de espada y festeje adentro mío. Tire el doce y seguido el uno de basto.
