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"¿Casada con mi peor enemigo?"

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— Está llorando de nuevo— Satoru pensó que fue una mala idea jugar al avión con su hijo recién nacido, ya que este de inmediato comenzó su llanto. No pudo evitar compararlo con sus otros hijos, que rara vez lloraba y se la pasaba riendo y jugando con el y Utahime.

— Idiota, no debes tratar de esa manera a lo recién nacidos— Shoko no entendió como un sujeto como el había logrado obtener tres hijos. Y como incluso no había aprendido a no jugar al avión.

— Pero a ellos le gustaba, siempre reían y sonreía cuando jugaba así con éllos, especialmente a mi pequeña— Satoru observó al infante rojo por el llanto — supongo que heredó un poco más de los genes de Utahime, llora bastante igual que tu—.

El albino se dirigió hacia la azabache recostaba en la cama, mostrándole con una sonrisa al niño.

— Gojo...— Utahime apenas lograba procesar el hecho de haber tenido un hijo con Satoru Gojo, pero le resultaba muy difícil soportar la realidad de que posiblemente se haya casado con el.

— ¿Lograste descansar?— el hechicero no pareció notar la anormalidad de la azabache, el de acercó a su rostro y con cuidado apartó los mechones desaliñados que había en su mejilla.

Aquel gesto le recordó cuando estaba agonizando de dolor y alguien limpio el sudor de su frente y arreglo su cabello de la misma manera.

Sus ojos bajaron hasta el pequeño niño que apenas se estaba calmando por las lágrimas, noto por un instante que en el dorso de su mano estaba lleno de ligeros rasguños, algunos un poco superficiales y otros más profundos.

¿El fue? Sus ojos se agrandaron por la sorpresa, ella jamás pensó que el arrogante, despotico y desinteresado Satoru Gojo que insultaba a los débiles y se burlaba de ellos, sería capaz de ser tan amable.

Sus mejillas se calentaron, se imagino que ella debía estar tan roja como un tómate, no estaba acostumbrada a tal trato de parte de el sexo opuesto incluso con los pretendientes que alguna vez se le confesaron, nunca había sentido una emoción y vergüenza tales como en aquel momento.

— E..eres — Utahime trató de preguntar si el era el verdadero Satoru Gojo, solo que resultaba imposible negarlo, aquella energía descomunal, sonrisa ganadora y confianza sin límites eran su signo de marca personal.

La mano que acomodo su cabello bajo hasta su mejilla, rozando su piel, provocando que una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo.

Quería golpearse mentalmente ante aquellos pensamientos, ¿Quien se sonrojaba por algo así?. Además ella tenía cosas más importantes que atender, como el motivo por el cual ella terminó aquí.

Te esperaré, Nos esperaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora