7.

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"Un reencuentro sin conocerse"

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La imágen de una salida familiar estaba fuera de discusión.

No con los dos niños que luchaban por sacarse la correa con arnés de seguridad mientras su padre estaba mirando su celular.

Utahime empujaba el coche de bebes doble en el cual Himeko y Shiro estaban sentados, la niña disfrutaba de su chupón especial para frutas, que contenia las fresas que había cortado su padre mientras que a su lado estaba Shiro que bebía de su biberón. La imágen le recordó a alguien que saca a sus mascotas de paseó, solo que las denominadas mascotas eran sus hijos.

— ¡Está todo listo! Yuji, le daremos a los chicos la mejor sorpresa de todas—.

Utahime observó la gran caja con ruedas que el chamán había traído.

—Es una gran idea, Gojo-sensei—.

No, no lo era.

Pero cuando algo se le metía a la cabeza a Satoru Gojo era casi imposible sacarlo. Además que Yuji no parecía tener problemas en seguir la extraña lógica del albino y obviamente entro en aquella caja de metal.

—¿No te llamó el director Yaga por los informes retrasados?— Utahime hablo por las contantes llamadas que llegaban a su casa por un Ijichi que lloraba y suplicaba que le pasará a Gojo.

—Tsk...— Satoru no queri lidiar con Yaga o Gakuganji, y Utahime lo sabía, pero tenía que cumplir con sus obligaciones y responsabilidades— Yo llevaré a los niños—.

—¿Segura?— apuntó a los niños que seguían intentando romper el arnés que Gojo había reforzado con su técnica haciéndolo casi irrompible.

Era cierto que quien mejor podía controlar a este pequeño Caos y tornado, era su padre, en especial con sus travesuras.

Pero ella era su madre, tampoco perdería.

—Si quieren seguir teniendo postre para la cena me escucharán— Utahime no iba a perder en cuestiones de paternidad.

Aunque no era una competencia su orgullo le impedían dejar que Gojo cargará con todo.

—Entonces está noche tendré triple postre— la broma de Gojo enfureció a Utahime, cuando sus hijos estaban castigados sin postres, Satoru se los comía sin nada de culpa frente a ellos.

Al final Gojo se fue empujando el carro que contenia a Yuji dentro. Mientras Utahime quedó a cargó de empujar el coche y sostener el arnés de seguridad.

Tenía un mal presentimiento, especialmente cuando vio unas escaleras lejanas. Entendiendo porque Gojo sonreía tan fácilmente como si esperara que ella le pidiera ayuda.

—¿Que hay en esa caja?—.

La voz de una hechicera muy conocida para Utahime. El cabello blanco y labios rojos eran inolvidables, era la mujer por la que Utahime casi termina en la quiebra para una recomendación.

—¡Tia Mei!— los gemelos saludaron a la amiga de sus padres.

—La última vez que los vi eran más pequeños— Mei mostró su usual sonrisa ganadora y llena de confianza.

Esa era la misma sonrisa que usaba para pedir cantidades extravagantes de dinero.

— Mei-san— a Utahime le tomo un tiempo reaccionar, no era un persona desconocida, pero a la vez se sentía como tal.

Te esperaré, Nos esperaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora