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"El festival está por comenzar"

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— No, no y no—.

Los presentes miraron confundidos al chamán que parecía debatir murmurando. Los dos niños sentados comían obligados por su madre los vegetales mientras ella cargaba al bebé.

— ¿Que quieres decir con no?— Utahime sabía que no debía preguntar pero aún así lo hizo.

— Yuji no debe aparecer de forma normal—.

— ¿Yo?— el adolescente también estaba confundido, el hace unos segundos le pregunto a su maestro si ya podía hablar con Fushiguro y Nobara pero el se negó rotundamente.

— ¿Cómo podrías simplemente llamarlos y decir que sigues vivo?— el chamán señaló a su estudiante.

— Bueno es cierto que deberían hablar de una manera más agradable— al escuchar las palabras de Gojo, Utahime pensó que estaba diciendo algo razonable.

Sabía que Yuji por situaciones especiales tubo que fingir estar muerto y durante el mes y medio que estubo con ellos paso por crueles y duros entrenamientos con Gojo junto a repasos y clases de teoría con ella.

A parte de ellos y algunas pocas personas, todo el mundo creía que Yuji Itadori estaba muerto. Hablarles y decirles a sus amigos que seguía vivo por celular no era una buena opción.

— ¡Ese no es el problema!— Satoru se sintió molesto que ninguna entendiera su punto de vista— ¿Cómo es que quieres aparecer de una manera tan normal? Ese es el verdadero problema?—.

Las vagas esperanzas de que ese idiota cambiarán se habían perdido hace mucho tiempo, por lo que Utahime solo ignoró los comentarios del albino.

Ella fijo su atención al bebé que estaba cargando en sus brazos ya tenía un mes y medio.

Su pequeño Shiro*.

(Tuvo el mayor número de votos, la verdad me gustan bastante, aunque es irónico ya que el tiene el cabello negro como su madre a diferencia de sus hermanos).

Ese era el nombre que habían decidido darle ella y Gojo. Su apariencia hace ya un tiempo que había cambiado de un bebé arrugado y pequeño a un gordito bebé el cual ya tenía mechones negros como los de ella y ojos azules como los de su padre.

Durante el tiempo que estuvo aquí mentiría si dijera que estos niños eran desconocidos para ella.

Había pasado sus días ayudando a cuidar a su pequeño bebé, amamantandolo y cambiando sus pañales, mientras convivía con sus hijos mayores y su hija. Jugando con ellos en el día y leyendo les cuentos por las noches mientras algunas veces les cantaba canciones de cuna.

Te esperaré, Nos esperaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora