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"

¿Pelea?"


[...]


[...]

Utahime casi se olvida de respirar. Se encontraba en una batalla, dónde tubo que suplicar para poder respirar adecuadamente.

La lengua del albino exploró violentamente mientras ella abría la boca.

Utahime le devolvió el beso a regañadientes.

Al ser el primero, fue torpe. No sabía cómo responder, y fue bastante lenta en comparación con los movimientos de Gojo, solo sentía que la mano en su cara y la lengua en su boca estaban cálidas.

Esto no era lo que debía pasar. Ella seguramente debería estar gritando e incluso sugerir el divorcio mientras seguía lanzando todos los objetos que terminarán en su mano.

En vez de eso, tenía que empujar el cuerpo encima de ella para que le dejara respirar unos segundos.

¿Cómo terminaron en otra cama? Hace unos minutos estaba mirándose el uno al otro enojados, listos para una pelea, pero no supo cómo de un momento a otro, estaban besándose.

Incluso si estuvieran casados, ella no debería corresponder su beso. ¿Sería considerado una infidelidad? Quizás no, ya que eran la misma persona y Gojo no lo sabía. Pero en los pensamientos de Utahime sentía que estuviera cometiendo un pecado inmoral al besarse con un hombre casado.

Quizás porque aún era difícil verse como su esposa; aún era la joven de 20 años y no la mujer de 31 con la que estaba casada, mientras que en su imagen mental el Gojo de 17 años rondaba su mente y era diferente del hombre maduro que la presionaba.

Debió detenerlo cuando el la cargo al estilo princesa y la llevo hacia su habitación. Pero en ese momento ella estaba concentrada en el sonido de pasos firmes sobre la alfombra del pasillo
Cada golpe sordo se sentía como una sentencia de muerte decisiva.

La gran palma del hombre aterrizó sobre los hombros temblorosos de Utahime. Su piel blanca se deslumbró al aflojarse su vestimenta.

— ¡Ah!— chilló en estado de shock y levantó los ojos para encontrarse con la mirada alegre del hombre. Sus brazos se apretaron aún más alrededor de ella, como si quisiera disolverla en todo su ser.

Se inquietó, porque su abrazo era demasiado fuerte e incómodamente doloroso.

—No te muevas...— rozando brevemente sus orejas y sienes, pronto buscó sus labios, depositando algunos ligeros besos, antes de besarla intensamente. Esta vez irrumpiendo en su boca con la lengua, mordisqueando, chupando y extrayendo su saliva lo más bruscamente que podía.

Utahime nunca había experimentado algo así, incluso con el beso más intenso que tuvo fue un pequeño contacto que duro algunos segundos. Le fue imposible seguir el ritmo del albino que parecía haberse convertido en una bestia, que quería devorarla.

— No... idiota— ella temía que esto avanzará más profundo, hasta el punto que quizás ya no podría volver a enfrentarse cara a cara al Gojo de diecisiete años.

— Eres realemente terca— más que un quejido parecía un suspiró— ¿No tienes más conciencia sobre ti misma? ¿Que pasará con los niños si tú no estás? ¿Los dejarías solos con un padre como yo?—.

Sus palabras hicieron que todo el cuerpo de Utahime se enfriará, ¿Morir? La idea no era tan ajena o extraña, ya que desde el primer momento que decidió hacerse hechicera estaba lista para morir en peleas.

Te esperaré, Nos esperaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora