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— Tadashi, Kenji, mira~ está delicioso— Utahime probó por segunda vez la comida que estaba destinado para el pequeño tornado y el pequeño Caos.
Esos eran los apodos que le había puesto a sus hijos, ¿Podían culparla? El mayor o pequeño tornado, pasaba sus días corriendo por la casa y causando problemas mientras intentaba convencer a su padre de que los acompañará a los entrenamientos mientras que el mejor o pequeño Caos era un poco más tranquilo, pero era mucho más mimado, llegando a armar un berrinche si no obtenía la atención que queria.
Ella sentía culpa y lastima hacia sus niñeras.
La niña resultó más calmada que sus revoltosos hermanos mayores, aunque eso no quitó lo pegajosa que era, ya que siempre pedía abrazos y daba besos a todos el mundo. Aunque esto era tierno y adorable, ella podría volverse un tornado cuando no obtenía la atención que buscaba.
En sus recuerdos de infancia, si ella se hubiera portado así, sus familiares la habrían castigado con varias nalgadas y dejado leer varios libros de sutras.
Ella lo comparo con su padre, el hijo único de sus padres que fue mimado y colmado de todo lo que el deseara. Pero ella jamás escuchó palabras o rumores de el siendo un niño revoltoso de joven, por el contrario sus palabras estaban llenas de elogios hacia el perfecto heredero del clan Gojo, aunque se descarriló en su adolescencia.
— No quiero— Takashi ignoró los inútiles juegos de su madre para que comiera, su atención estaba dirigida al pequeño juguete en su mano. Mientras que el menor tampoco quería comer, pero le gustaban los mimos de su madre— mamá juega conmigo—.
— Jugaremos cuando termines tu comida— Utahime se había rendido al intentar quitarle su juguete favorito que era un dinosaurio verde.
La última vez que lo intento, el mayor lloro tan fuerte que su energía maldita casi se desborda, provocando que varios empeñados se asustaran.
Ya habían pasado varios días desde que dio a luz a un bebé y despertó en un cuerpo de su yo más adulta, un total de casi quince días, en los cuales ella se había adaptado al papel de madre.
No fue fácil, pero estaba agradecida de contar con la ayuda de las niñeras y Gojo, aunque fue un poco vergonzoso que la mirarán con confusión ante sus actos inexpertos como si fuera una madre primeriza, le explicaron con cuidado.
Durante estos días, se había planteado varias ideas, desde como ella llegó aquí hasta como debería regresar.
Repasó varias veces las imágenes de su última misión antes de terminar aqui, se había enfrentado a una maldición en la Ciudad Hamamatsu, ella había quedado atrapada en la barrera de la maldición que había logrado exterminar.
