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El despacho del lugar estaba impregnando de una desagradable tensión cuando los miembros del clan se reunieron en torno a él. Se podía sentir el peso de las miradas llenas de expectativas, mientras que los altos mandos fijaban en él una mirada penetrante.
— Es hora de que continúes con la línea de sangre—habló uno de los ancianos con voz grave— El futuro del clan depende de ti—.
—¿Hah?— una mueca de desdén salió del albino, sus labios se tensaron ligeramente, con cejas fruncidas y ojos que chispearon una furia apenas controlada.
— Han pasado ya varios años desde que se casaron, pero todavía no hay ni un solo desendiente, a este pasó la linea de sangre del clan Gojo se perdiera — otro de los ancianos empezó a hablar argumentado sobre sus responsabilidades y piedad filial.
—La continuación de nuestro linaje es fundamental para asegurar la perpetuidad de nuestro legado familiar, los hijos son el puente que conecta nuestro pasado con el futuro y es el deber del jefe del Clan garantizar su existencia para mantener viva la llama de nuestra estirpe, criar a la próxima generación no es solo por el bien del Clan sino que también es un acto de responsabilidad hacia nuestros antepasados, es importante para preservar y honrar la reputación del Clan Gojo—concluyó con una advertencia suave pero firme.
Sus palabras resonaron en la sala, provocando que más ancianos establecieran sus puntos de vista.
—Debe considerar la posibilidad de tener concubinas para garantizar la continuidad de nuestra estirpe —.
— Puede dejar que una de ellas de a luz a un hijo varón y adoptarlo bajo el nombre de su esposa —.
— También puede adoptar a un varón perteneciente a una rama lejana —.
El rostro de Satoru se oscureció con una irá abrasadora mientras sus ojos centellaban con un fuego interior apenas contenido.
— ¿Tantas ganas tienen de morir? — su aura desató una oleada de energía que lleno la habitación, haciendo que la presentes retrocedieran instintivamente.
— ¡Solo nos preocupamos por el futuro del clan!—.
— Así es, ¡Solo lo hacemos por su bien! ¿Cómo puede tratarnos así?— gritó indignado uno de ellos.
Algunos de los miembros incluso podían ser considerados los tíos y primos de Gojo, Pero a el no le importaba.
— No me importa quiénes son, ni que títulos ostenten — continúo con un tono de desprecio en su voz —¿Quién creen que soy?—.
No le importaban si eran familiares cercanos o lejanos, ni sus propios padres se atrevían a ordenarle algo, ¿Porqué escucharía a unos ancianos anticuados?.
