5. ALGO PENDIENTE

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–El coctel es el próximo viernes

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–El coctel es el próximo viernes. Tienes que estar desde las 9:30 pero tocarás a las 11:00 luego de la presentación de los violinistas.

–¿El próximo viernes? –pregunto, alarmada.

–¿Pasa algo?

–El próximo viernes inicia la premier league y yo quería...

Es raro que me mire a los ojos por tanto tiempo, pero más raro aún es saber con seguridad lo que expresan. Nada de mirada neutra ni misteriosa, si no una mezcla de sorpresa y curiosidad que luego se transforma en confusión.

La mirada del futbolista aparece de la nada, así como en los últimos días. En un primer momento me distrae siguiendo el patrón, sin embargo, todo cambia cuando mi mente hace clic al encontrarle parecido con los ojos que tengo en frente justo ahora. Misteriosos, poco expresivos, incluso de un tono azulado bastante similar.

«Hay muchos ojos parecidos, Sofía. Deja de querer justificar el que pienses en sus ojos a cada nada. Supéralo» –insiste mi parte racional.

–¿Estamos hablando de la Premier league? ¿La liga inglesa de fútbol? –asiento–, ¿Sofía romero queriendo ver un partido de fútbol?

–Sí, digo. Es que..., me he dado cuenta que no es tan malo como pensaba y no sé...

–Quieres ver a Alexander madrigal –resume ella, poniendo las manos sobre el escritorio.

–Digamos que quiero darle una oportunidad a un partido, he visto resúmenes y son... adictivos.

–Sí, me imagino. Sobre todo, cuando él marca.

Ha pasado una semana desde el "beso" en el aeropuerto y mi piel todavía cosquillea cada que recuerda a sus labios sobre los míos. Pese a los intentos de mi mente por convencerme que no estuvo bien, los latidos arrítmicos de mi corazón me recuerdan que me ha gustado, que quiero más. Que las cosas han quedado en puntos suspensivos y que hay una promesa envuelta en un claro de luna.

Por las noches sueño con su sonrisa y con el timbre ronco de su voz, por el día, sin embargo, el gris de sus ojos y el brillo que desprende me vuela la cabeza. Mi madre me ha dicho desde siempre que la mirada es el espejo del alma, pero tal parece que Alexander es la excepción.

Alexander y Katia, que ahora me dedica una mirada indescifrable como a las que ya estoy acostumbrada. Trabajo con ella desde mucho antes de salir del conservatorio, gracias a que una de mis mejores maestras me la presentó para que gestionase mejor mis presentaciones y fue una recomendación bastante acertada porque consiguió hacerme un lugar entre las promesas de la música clásica. Aunque nuestros inicios no han sido fáciles. Entre su carácter disparejo y su poca paciencia, el constante rechazo a todas mis ideas y su frase de «No somos amigas ni buscamos serlo, tú quieres triunfar y mi trabajo es ayudarte».

En contra de lo pronosticado, estamos consiguiendo forjar una carrera de éxito y la prueba más resiente de ello es que logró hacer que me inviten al festival de Praga, y somos amigas. Es la única que sabe todo lo que pasó con el futbolista con lujo de detalles, que hablamos todos los días, que no dejo de pensar en él, que lo que estoy sintiendo me asusta.

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