Capítulo 10

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No había manera de parar. Samantha había perdido trance en el tiempo que había transcurrido y comenzaba, de alguna manera, a preocuparse. Su boca moviéndose a ritmo con la de Abril, había tanta desesperación en ese beso que era casi imposible detenerlas. Samantha no quería detenerse, pero su corazón le decía que lo hiciese: quería a Abril, la quería más que a nada en el universo, pero no la quería de esa manera. Sentía rastro de alcohol gracias al sabor de sus besos y eso, de alguna manera, le dolía, pues era la única forma en la que la chica tenía valor para hacer algo sin huir.

Las manos de Abril paseaban libremente por su cuerpo, haciéndole querer gritar; querer suplicarle que dejara de jugar con ella de aquella forma e hiciera lo que tuviese que hacer. Pero eso no iba a pasar. Con un montón de fuerza y dolor, Samantha comenzó a empujar el cuerpo de la menor. Cuando por fin se separaron, sus miradas se cruzaron.

–¿No me quieres? –preguntó la mayor rápidamente. Samantha tragó saliva.

–Tú más que nadie sabes cómo me siento sobre ti –contestó–. Debemos irnos, Ari.

–No, no tenemos. –afirmó. Tomó a la menor de la cadera y la acercó hacia ella.

–Ahora no, Ari... –pidió.

–Tú me pediste una oportunidad y te la estoy dando. –levantó la voz la mayor.

–¡Porque estás borracha! –dijo aún más fuerte la menor– Y no te quiero así, estés consciente o no, tienes alcohol en tu cuerpo y no será así nuestro primer lo que sea. –explicó, viéndola a los ojos– Vamos a salir, iremos al campus y dormirás a mi lado por si algo ocurre.

Salieron del baño tomadas de la mano, Samantha buscaba a Alexa por todos lados, ya que sabía perfectamente dónde estaba Molly. Samantha dirigió a Abril cerca de las sillas, la sentó en una de ellas y habló con dulzura a su oreja:

–Quiero que te quedes aquí, iré a buscar a las demás y nos iremos.

Samantha partió en un segundo y se perdió entre la multitud. Abril observó sus manos, que hace unos minutos recorrían el abdomen de Samantha, ¿qué había hecho? Por primera vez se daba cuenta de lo que había sucedido. Aún y con eso, estaba dispuesta a dormir con Samantha y justamente era eso lo que más odiaba. Algunos minutos después, llegó Samantha junto a Alexa y Rocio, quienes se veían un tanto despeinadas. Rocio se pasó al lado de la castaña y tomó su brazo. Alexa se sentó, mirando a Rocio con pena.

–¿Qué pasó? –preguntó Rocio en un susurro.

–No quieres saber, Chio. –respondió, mirando los vasos que se encontraban en la mesa. Alexa hacía algunos movimientos con sus dedos en la pantalla de su celular.

–Está aquí –avisó, Rocio asintió–, ¿vienen?

–Vamos al auto, Ari. –ofreció, recargándose en el hombro de la mayor. La mayor dudó por un segundo y la miró.

–¿Qué hay de Rivers?

–Rivers sabe dónde estaremos. –dijo Alexa, la mayor asintió con su cabeza y se levantaron.

Caminaron hasta el estacionamiento, tomadas de la mano debido a los aún presentes efectos del alcohol. Alexa ayudó a Rocio a subir al auto, después a Abril, quien aún observaba la puerta principal del club para buscar a la rubia. Hacía ya algo de frío, de tal manera que Alexa pidió que se abriera la cochera para sacar algunas cosas mientras que las mejores amigas hablaban.

–Lo arruiné, Rocio –habló en un susurro, su maquillaje estaba corrido ya ante la ligera brisa y una que otra lágrima que estaba soltando. Rocio la miró extrañada. Se acomodó y limpió una lágrima de su cara–. Tengo que alejarme de Rivers...

Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora