Capitulo 14

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Rocio la sacaba de quicio. Rocio también la sacaba de apuros. Rocio la ayudaba, aunque fuera la más idiota al comportarse y ella lo sabía. Tardó en darse cuenta de lo que había hecho. Habló con Rocio durante un montón de tiempo para ponerse de acuerdo y al corriente con los temas de las últimas dos semanas, quedaba aún una semana antes de los primeros exámenes y gracias a Rocio se dio cuenta de que seguía en equipo con Samantha, teniendo que mostrar un avance de su proyecto a cambio del derecho de tomar ese dichoso examen.

Claro, eso si Alexa no movía sus deditos para cambiar eso a favor de Samantha. Las palabras de Rocio resonaban en la cabeza de Abril. Aún no estaba cien por ciento segura de lo que iba a hacer. Aún había miedo de acercarse a Samantha, pero su amor era más grande que su miedo. Había un pequeño problema, y era como Rocio le había advertido:

''Rivers ya no te pertenece; ya no puedes enojarte con ella. Para ella, no tienes derecho a celarla, a prohibirle algo, ya no tienes poder sobre ella.''

Estaba claro que le rompió el corazón con aquellas palabras, pero era probable que ella misma hubiera roto el de Samantha un millón de veces más y más fuerte. Se había enterado entre los pasillos que Samantha era tutora de otra chica en clase de Solfeo. Decidió salir después de la penúltima clase, de esa manera podría ver por algunos segundos a la menor.

Samantha estaba radiante, hablaba con la chica de la que era tutora desde hace ya algunos días. Abril disfrutaba mucho verla, aunque no lo aceptase. Disfrutaba ver su preciosa sonrisa que hacía que su nariz se arrugara. Justamente ese lunes, Samantha le devolvió la mirada, haciendo que Abril se sonrojase, se miraron por al menos diez segundos, en los que Abril pudo ver el dolor que Samantha aún tenía. Cuando los diez segundos terminaron, la menor dirigió su vista al suelo y se fue. Se desanimó un poco, pero sabía de antemano que eso iba a suceder y que no sería la primera vez.

En la clase de Instrumento también estaba sola, pues Félix igualmente había aplicado la ley del hielo. No valía la pena intentar acercarse, pues Félix siempre encontraba la forma de alejarse. Tomó asiento en su lugar habitual, diez minutos antes de que la clase diera inicio. Se perdió visualizando su agenda, hasta que alguien la sacó de sus pensamientos.

–¿Muchas cosas por entregar? –preguntó el pelinegro, sonriéndole levemente. Abril lo miró de reojo.

–Un montón –dijo, cerrando el pequeño cuaderno–. ¿Ya terminó mi castigo? –preguntó, refiriéndose a que tanto el pelinegro como Rocio habían decidido hablarle de nuevo. Félix rio– ¡Descarado!

–Te mereces mucho más que dos semanas.

–Estoy muriendo por saber cómo se pusieron de acuerdo los tres. Alo ni siquiera me mira.

–Alo no ve a nadie que no sea yo. –respondió al instante el más alto.

–No seas celoso, no te la quiero robar. –afirmó entre risas la menor, recibiendo un golpe en el hombro de el pelinegro.

–Que no se te pase por la cabeza traicionarme de esa forma, Abril Garza. –amenazó, mirándola con los ojos entrecerrados.

–Ya tengo alguien de quién preocuparme, Francisco, no necesito a tu acosadora también. –dijo entre risas.

–¿Te conseguiste a alguien o estás hablando de Rivers?

–No me puedo conseguir a alguien, Félix, pensé que eso había quedado claro. Mi destino siempre será Rivers, lo quiera o no. No puedo amar a alguien que no sea ella.

–¿Estás diciendo que la amas? –preguntó Félix, con una sonrisa pícara. Abril suspiró y asintió.

–Es mi alma gemela, no puedo dejar de amarla. Jamás lo haré.

Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora