Capítulo 3

2.1K 146 5
                                    

Samantha acostumbraba despertar temprano todos los domingos para dar una caminata en la fría brisa de la mañana. Se dio una ducha, se puso unos pantalones grises, una playera blanca con una chaqueta ligera color mostaza, tomó una de sus gorras y salió del baño. Observó por un rato a su compañera de cuarto, quien dormía tranquila en el otro lado de la habitación. Escribió una nota explicándole a Ari que pasaría la llave del cuarto por debajo de la puerta, para que la buscara allí.

Una vez afuera de la habitación, recorrió el amplio pasillo del piso en el que había estado viviendo por un mes. Cuando recién llegó, apenas había dos personas más que Alexa y ella, algunas veces habían coincidido y únicamente se saludaban. Para ese domingo, sólo quedaban dos habitaciones vacías. Bajó al vestíbulo principal y se preparó un té con ayuda del microondas compartido y se sentó en el sofá que apuntaba a una de las puertas principales. Al terminarlo, limpió la taza, la dejó en su lugar e inmediatamente salió.

El campus era realmente hermoso, sobre todo porque era un campus totalmente abierto y específicamente de artes, así que todo estaba lleno de dibujos y garabatos realmente hermosos. Los domingos solía ser un día maravilloso para el campus, pues por las tardes se podía ver gente pintando cuadros o tocando melodías en cualquier parte. A Samantha le gustaba ir a un rincón realmente silencioso: el campus contaba con un lago artificial en una esquina algo escondida. En las horas concurridas, Samantha solía encontrarse máximo a seis o siete personas sentadas o simplemente vagando por el lado, siempre en silencio.

Tomó asiento delante de un árbol y se colocó los audífonos, observando el agua moverse mientras la música sonaba. Cerró los ojos mientras sentía la brisa rozar su cara.

Pasaron al menos cuarenta minutos hasta que sintió a alguien tocar una de sus piernas.

–¿Sam?

Se quitó los audífonos.

–¿Qué haces aquí a esta hora, Lex?

–Necesitaba hablar contigo, y supuse que estarías aquí. –dijo, sentándose a su lado.

–Está bien. ¿Qué pasa?

–Besé a Rocio. Me dijo que me quería. ¿Qué va después de eso?

–La boda, Alex. –dijo la rubia, sin estar muy preocupada de lo que le contaba su amiga.

–Rivers, es en serio. Compartiré habitación con Rocio los próximos cuatro años hasta salir de la universidad, no le puedo pedir que sea mi novia, ¿y si terminamos y tengo que compartir habitación con ella?

–Ojalá estuviéramos debajo de un manzanero para que te cayera una manzana en la cabeza y te quitara lo idiota. Acabas de descubrir que es tu alma gemela, Alexa, está hecha para ti, y ahora que la tocaste jamás podrás separarte de ella ni ella de ti. Si quieres que vaya más lento, simplemente invítala a una cita o algo así. ¡¡Te dijo que te quería, no mames!!

–¿A dónde la puedo llevar? Estamos en la universidad, mañana comienzan las clases.

–¿Por qué no sólo inicias con ver películas o algo así? Luego la llevas a algún lugar fuera del campus.

La pelinegra solo asintió. Por algunos minutos, no hablaron más. La amistad de Samantha y Alexa consistía en la manera en la que se contaban todo a través del silencio y la manera en que Samantha protegía a la mayor desde que se conocieron. Pasaron algunos minutos en los que ambas se dedicaron a simplemente jugar con las piedras que estaban cerca, hasta que Alexa habló de nuevo.

–¿Sigues creyendo que tienes un alma gemela, Rivers?

–No lo sé. Tengo una cicatriz que no estoy segura de dónde salió, pero tú sabes lo descuidada que era, así que probablemente me la haya hecho sin darme cuenta. Pero cuando buscaba a alguien que tuviera mis cicatrices, jamás la encontré, especialmente la de la oreja.

Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora