¿Cuántos golpes más iba a recibir esa semana? Juraría que ya había recibido todos, que ya había perdido todo. Si bien lo de su abuela iba a llegar tarde temprano y de alguna manera, estaba mentalmente preparada, en ningún momento se preparó para el golpe que Abril se encargaría de darle. Su abuela le había dicho que no se diera por vencida, que todo valdría la pena, pero ¿realmente lo hacían? Seguramente Abril sería una en un millón y sí, ella más que nadie sabía que su felicidad estaba al lado de esa chica.
El problema era que esa chica no pensaba igual. Su mente hablaba: le decía que no valía la pena la lucha y que sólo saldría lastimada. Su corazón le decía que aguantara un poco más, que todo iba a estar bien y que todo tenía su razón de ser y de suceder. Pero era demasiado para ella. No lo iba a soportar.
Quizás ella también tenía que alejarse de Abril.
→
Las primeras dos semanas pasaron más rápido de lo que Abril esperaba. Muchas cosas habían cambiado para ella, para mal en su mayoría. Su corazón estaba vacío, era como si lo hubiese perdido todo y siendo honesta: eso estaba pasando.
La última vez que vio a su mejor amiga fue aquel desastroso domingo, en el que su -ya no tan nueva- compañera de habitación, Rocio y Alexa habían aparecido en distintas ocasiones para dejarle en claro lo mierda que había sido con Samantha, aclarando también que esperaban que no faltara mucho para que todo eso se le regresara.
Apenas hablaba con Alondra y Félix, desde aquel domingo se habían desaparecido de su vida, como también lo hizo Rocio. Cuando Alexa le dijo que tenía prohibido mirar o acercarse a Samantha lo decía en serio, pues a partir del lunes siguiente tanto Molly como la misma Alexa hicieron todo a su alcance para que Abril estuviera fuera de la vida de Samantha. Aún seguían en las mismas clases, pero ¿cómo podía competir contra Alexa? Era una de las chicas más poderosas de la Universidad y si ella quisiese, podía comprarla como esclava en un segundo. Exactamente con ese mismo poder, Alexa logró que la mayor se sentase al lado contrario, justo delante del escritorio de los profesores por el resto de sus clases, alejándola de Samantha y era más que obvio que no podría voltear a verla jamás, pues si no estaba ahí Alexa, estaba Molly.
Algunas veces veía a Samantha por los edificios, riendo en los pasillos acompañada de las dos chicas ya mencionadas. Se le veía viva; feliz. Era feliz sin ella. Y aunque eso le partía el alma; el saber que su Samantha era feliz sin ella; también hacía que su corazón siguiera latiendo, le hacía estar feliz por Samantha y simplemente estar más segura de que lo que había hecho estaba bien.
Ya no iba por las mañanas a visitar a Alondra y Félix, ya no iba por las tardes a comer con Samantha o Rocio, ya no salía del campus para visitar lugares excéntricos relativamente cerca con Rocio. Vivía dentro de la biblioteca, componiendo, estudiando o dibujando. A veces se topaba con gente buena que le recomendaba libros o canciones, tal era el caso de Patty. No solía hablar con ella mucho, pues siempre estaba metida en sus libros, pero siempre tenía una plática interesante.
A veces, por las mañanas, iba a un lago artificial que estaba prácticamente escondido en el campus. Ahí podía pasar horas dibujando a la naturaleza o a las interesantes personas que se encontraban cerca. Solía llevar un termo con café y sentarse a observar a la gente que pasaba por ahí, protegiéndose detrás de unos arbustos, recargada en un árbol.
Ya no recibía flores por parte de Samantha. Samantha intentó seguir enviándolas por cuatro días más, intentando que Abril volviera, pero eso claramente no iba a suceder. Sin embargo, la chica guardaba las últimas cuatro notas, junto al pato que había traído con ella el día que dejó la habitación. Las notas estaban ocultas, pues jamás dejaría que Molly viese su lado vulnerable. Que fuera a avisarle a Samantha y ella se ilusionara aún más. Era lo mejor para ella.
ESTÁS LEYENDO
Scars || Rivari
FanfictionRivari || Dónde Samantha y Abril son (verdaderas) almas gemelas. Cuando era pequeña, la abuela de Samantha solía contarle su historia favorita: la de las almas gemelas. Hoy, Samantha no solo compartía habitación con Abril, sino también algunas cicat...