Epílogo

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Les resultaba difícil estar separadas. Para ambas era un martirio e incluso sus amigas lo notan. De vez en cuando tuvieron que rogar a Alondra o Molly que les cambiaran aulas para poder permanecer juntas, y las tareas no eran más que otra excusa para seguir estándolo. La clase de instrumentos habia sido la única que había logrado mantenerlas separadas, y relativamente, pues al final de cuentas: una le enseñaba a la otra fuera de las clases. Habían sido cuatro extensos años, Cuatro años llenos de altas y bajas. La graduación era ese mismo dia y, al ser la generación que más cantidad de hijos de maestros tenian anudado a que la hija de los Noriega se encontraba dentro de esa misma hacia que la fiesta fuera en grande.

Grande era poco. Masiva.

Abril llevaba un vestido y Samantha un traje. Ese era uno de sus acuerdos. Dentro de sus muchos acuerdos como pareja, también se encontraban con que Samantha se encargaría del orden de la habitación y Abril de decorarla. El mismo día que la mayor volvió, tapizó todo de los colores azul y rojo.

Aún recordaba a Abril explicándole mientras ella pintaba la pared.

←flashback.

—Todas las noches te recito un poema de Goethe, ¿no es asi? —le preguntó la castaña ahora clara. Samantha aún no se acostumbraba al tono brillante que llevaba Abril en el cabello

—Todas las noches. —afirmó la menor.

—No sólo me gusta Goethe por su poesia, sino por su teoría del color.

Samantha le miro confundida. Abril dejó escapar una risita

—Y a su vez, no solo me gusta su teoria del color, sino también la de Heller. No escogi estos colores porque sí, mi luna —explica, tomando entre sus manos la cabeza de la menor para depositar un beso en sus labios—. Incluso cuando el color azul te pertenece, no todo gira en torno a ti.

Samantha rodó los ojos y rió.

—Según Heller, el color azul es de la simpatia, la armonia y la confianza. ¿Sabes qué es gracioso? Que además de ser tú color, es el color de la pasividad que coincidencia, no crees? —carcajeó, Samantha entrecerró los ojos

—¿Te quieres quedar soltera? —bromeó la menor.

—Eso ni tú lo quieres —le guiño la mayor— Bueno, sigo. El color azul es de lo que tiene que durar eternamente, sabías eso? —la rubia negó. Abril se acercó para acariciar las mejillas de Samantha.

—¿Que hay del rojo? Ese ni siquiera es tu color.

Abril sonrió,

—Mi color es una de sus tonalidades, cariño. —se sentó detrás de ella, posando sus manos en las caderas de la menor— Me gusta el rosa. Es el color de la amabilidad, lo tierno, lo seductor, la dulce y del romanticismo. Pero no me encanta para esto

Samantha la miró, confundida.

—¿Entonces?

—Bueno, el rojo es el color de las pasiones, de la alegria, el deseo, lo atractivo y la felicidad. Es psicológicamente contrario al azul, de la misma manera en que nosotras somos contrarlas. Lo más importante es que el acorde de ambos es la unión de las fuerzas espirituales y corporales. —concluyó.

Esta mujer le robaba el aliento con sus cursilerías. Pero ella era igual, o quizás peor y ¿qué más daba? Definitivamente todo valia la pena cuando estaba con ella. Sonrió Y la tomó entre sus brazos, recostándola entre sus piernas. La mayor le sonrió, cerrando levemente sus ojos, Samantha comenzó a besarle el cuello, Abril se volteó, dejando ver aquella primer cicatriz que les unia.

—Me encanta. Tú me encantas. —tocó la nariz de la mayor, dejando una pequeña mancha de pintura roja.

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Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora