Capitulo 11

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Alexa no sabía qué hacer. Estaba entre la espada y la pared. Rocio y ella habían hablado sobre que, en algún momento, Abril iba a querer huir, teniendo como única salida una petición para cambiar de dormitorio. La diferencia estaba en que no sólo estaba eso, sino que la abuela de Samantha, quien significaba todo para su mejor amiga, estaba perdiendo su batalla. Y sabía que Samantha quería ir cuanto antes.

Pidió al chofer que no detuviera el auto, simplemente llegarían y pedirían comida en el lugar favorito de Samantha y después llegarían al aeropuerto más cercano, pues en ese mismo momento iba a comprar dos boletos de avión que las llevasen a Monterrey. Advirtió a Rocio y le pidió que, si Abril se iba a ir, al menos le ahorrara otra herida a Samantha y lo hiciera en ese mismo día o a la tarde siguiente.

Samantha estaba paralizada. Era como si no hubiese vida en su interior. Sus ojos no reflejaban vida. Una semana. En una semana Samantha había perdido su alma frente a su mejor amiga. Era extraño, doloroso incluso verla de esa manera: pasar de ser la mandona, ocurrente, estresante y divertida mejor amiga que le solía hacer bromas pesadas hasta hacerle gritar de risa. Alexa hizo una cara de pena y tomó la mano de Samantha, mostrándole apoyo de alguna manera. Samantha por fin reaccionó, volteó para ver a Alexa con los ojos completamente cristalizados, su labio inferior tiritaba, haciéndole saber a Alexa que en cualquier momento iba a explotar. Alexa tiró de la mano de Samantha para abrazarla, y Samantha perdió el control.

–Vamos a Monterrey, Sam. –musitó– Iremos a Monterrey y podrás estar con Gaby, Vero y la abuela... –le habló suavemente, acariciando la espalda de la rubia. Y Samantha no podía estar más segura de que Alexa era la mejor amiga del jodido universo. No podía hablar, así que simplemente abrazó aún más fuerte a la menor.

Alexa sabía que el viaje iba a durar al menos tres horas más. Y el viaje de regreso iba a ser aún más jodido, pues tendrían que volver al día siguiente por la tarde si querían llegar a dormir al campus. Tendría que preparar algo bueno para Rocío cuando regresara.

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–Entiendo que quieras cambiarte de dormitorio, Abril, pero aún es muy temprano para decidir este tipo de cosas. ¿No crees que deberías al menos intentar llevarte bien con tu compañera? –preguntaba la mujer frente a la castaña.

–Es sólo que no me siento a gusto con ella. –mintió. La mujer asintió con la cabeza.

–Te propongo algo, Abril –habló, colocando sus manos en el escritorio–: te daré tres semanas en otro dormitorio, y si quieres intentarlo de nuevo, podrás regresar a tu dormitorio original. ¿Te parece bien?

Abril asintió, sonriente.

–Bien. Te asignaré un nuevo dormitorio con una nueva compañera –dijo, volteando hacia el monitor, tecleando con sus dedos. Un papel salió de la impresora y se lo tendió–. Dormitorio 205, es exactamente el mismo edificio, se encuentra en el piso dos en el cuarto cinco. No estoy segura de si tenga un baño compartido como tu anterior dormitorio.

–Muchas gracias. –dijo la chica, tomando el papel. La mujer sacó unas llaves y se las entregó. La castaña salió de la oficina, y en eso, la mujer recibió una llamada.

–Me debes una, Alondra. –advirtió la mujer a la chica del otro lado de la línea.

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edia hora antes de abordar, Alexa decidió llamar a Rocio para explicarle de manera rápida lo que estaba sucediendo. Estaba algo nerviosa, pues ni siquiera se había despedido, por obvias razones. Simplemente se habían dado los buenos días y ya está, no se verían hasta la noche siguiente para dormir o el lunes para despertar. La mayor contestó la llamada con dulzura.

Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora