Capitulo 19

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Claro que la recordaba. La recordaba y hubiese preferido no hacerlo. Miró a la chica fijamente durante diez segundos, diez segundos en los que estudió cada parte de su rostro, comenzando a recordar aún más cosas. De todas las personas que podía encontrarse en Monterrey, ¿por qué Mayichi? Y ¿Por qué en esos momentos? La chica la observaba y sus ojos brillaban, cuando con Samantha era todo lo contrario: quería huir de ella e incluso jamás haberla encontrado. Sonrió por compromiso y, por cortesía, la saludó.

-Hola, Maite.

-Hace mucho tiempo que no nos veíamos, ¿cuándo volviste a Monterrey?

-Hoy mismo, de hecho. Maite, lo siento, pero tengo prisa... -dijo, continuando su camino, antes de que la pequeña se pusiera delante de ella.

-¿Te vas? ¿tan pronto?

-No tengo tiempo, Maite. -contestó, algo molesta con la menor.

La menor la miró con los ojos entrecerrados, no tan contenta con la respuesta que había obtenido. Mantuvieron el silencio por algunos segundos, finalmente, Samantha decidió seguir su paso sin despedirse. Esta vez, Maite decidió no interponerse en su camino. Sin embargo, usó su último recurso.

-El hospital en el que está tu abuela dejó de admitir visitantes hace una hora. -dijo, comenzando a juguetear con sus uñas. Se dio cuenta de que había logrado lo que quería cuando dejó de escuchar los pasos apurados de Samantha.

-¿Tú qué sabes? -preguntó Samantha, molesta.

-Acabo de venir de allí. Mi madre está de guardia hoy.

-Tengo que entrar.

-No podrás -dijo la menor, sonriente-. No te dejarán entrar a menos de que tengas contactos fuertes ahí dentro.

Samantha comenzó a desesperarse. Sus ojos se cristalizaron y comenzó a hacer un puchero. No tenía a dónde ir si no podía entrar al hospital, no podía regresar a la casa de sus padres y ya no tenía dinero para ir a algún otro lado. Maite sonrió.

-Puedo hacer que te dejen entrar -habló. Samantha la miró con un montón de esperanzas-. Pero tendremos una cita mañana.

x

Alexa la iba a matar cuando se enterara. Les había pedido a Félix y Alondra que le avisaran lo más pronto posible, aunque Alexa decidiera vetarla de todo México. Eran riesgos que la Abril de hacía unas semanas jamás habría tomado, mucho menos dejar su carrera de lado con tal de estar junto a Samantha Rivera. Pero, al final de cuentas, ¿qué no haría por su alma gemela?

Esperaba a Patty en el portón de la Universidad, donde una vez que saliera, no podría volver a entrar. Ni siquiera había pensado en qué les diría a sus padres cuando llegara a Monterrey. De hecho, no era parte del plan ir directamente a su casa. No había plan, pero si lo hubiese, se resumiría en una sola palabra: Samantha.

Aún llovía y quizás era un mal día para estar sentada en el pasto con dos maletas. El césped estaba húmedo y, si Patty no llegaba en los siguientes cinco minutos, iba a comenzar a caminar hacia el aeropuerto si era necesario. La lluvia aún no paraba, por el contrario, se había intensificado un poco más y ella se cubría con un trozo de partituras la cabeza.

Poco antes de que comenzara a llorar de desesperación, la silente pelinegra apareció con una tímida sonrisa.

-¿Estás lista? -preguntó. Abril asintió. Patty sacó unas llaves de su bolsillo derecho- subamos tus maletas.

No pasaron mucho tiempo en ello. Abril se encargó de desperdiciar el menos tiempo posible. Poco tiempo había pasado y ya se encontraban en mitad de la carretera, escuchando música clásica que Patty había elegido. Abril golpeaba suavemente sus dedos contra el reposa brazos como si de eso dependiera la velocidad del auto.

Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora