Abril se asustó en el momento en el que la luz se fue del edificio, pues tan pronto las luces se apagaron, resonó un trueno por todo el lugar, haciendo que las paredes vibrasen y unos libros cayeran. Tomó su mochila con fuerza y la apretó. Miró a la persona de enfrente, Samantha se encontraba igualmente abrazada a su mochila. No sabia cómo entablar conversación con ella, y de todas maneras, no la queria molestar.
Estuvieron así por al menos quince minutos, cuando los truenos comenzaron a sentirse más fuertes y asustar a ambas. El librero detrás de Samantha comenzaba a tambalearse y fue cuando Abril decidió acercarse.
—Es peligroso que estemos aqui, vayamos al sitio con los sillones —dijo, acercándose a ella. Samantha la miró y Abril pudo sentir el temor en sus ojos junto a un toque de tristeza. Abril suspiro y le habló con dulzura—. Sé que perdi el derecho a acercarme a ti en el momento en el que crucé esa puerta, sólo quiero asegurarme de que estás bien. Sigueme, confía en mi.—le pidió. Samantha asintió y la siguió sin decir nada.
En el camino, podía escuchar cómo algunos libros caían por los estruendos. Abril mantenía firme su paso, todo lo que quería era mantener a Samantha segura, aunque Samantha no le contestara absolutamente nada. Finalmente llegaron a una esquina del edificio, donde se encontraban algunos sillones y pequeños libreros. Abril se encargó de ponerlos en el suelo, de manera que no fueran un peligro para ambas.
Samantha tomó su espacio y se acomodó en una esquina, la calefacción ya no estaba haciendo su efecto y la noche era realmente fria, Abril tomaba algunos libros de entre los muebles cuando vio a los dientes de Samantha vibrar. El destino era bueno y casualmente, esa noche iba a quedarse a dormir con Félix y Alondra, de manera que en su mochila traía algunas cobijas y un pijama. De su mochila, sacó una cobija y se acercó a la rubia para cubrirla.
Samantha la observó, su cuerpo reaccionó, haciendo que automáticamente se alejase de la castaña. Ante el suceso, el corazón de Abril se achicharró, pero debía ser fuerte por la chica que estaba a su lado, Habló con dulzura, tratando de aliviar a un menor:
–No te haré daño, sólo te quiero proteger... –explicó– yo sé que te hice daño, y lo quiero arreglar. Sólo necesito que confíes en mí y que no hagas lo mismo que yo hice. Me bloqueé. Pensé que todo estaría mejor sin ti. Pero no, no es así. Eres mi alma gemela y mi deber es protegerte, lo hice mal, pero a partir de ahora, lo haré bien. –dijo, sonriendo.
—¿Cómo puedo creerte? Todo lo que has hecho es ser una persona egoista... —respondió Samantha sin verte a los ojos.
–Lo sé –contestó la mayor, cabizbaja–. Sé que sólo pensé en no hacerme sufrir, en ahorrarme el dolor, pero logré todo lo contrario. No puedo negar que te amo y aunque lo quisiera, eso jamás va a cambiar –explicó–, tú me perteneces y yo a ti. Me llené de miedo. Miedo a una pequeña posibilidad, algo que quizás ni siquiera existe. Dejé que el miedo se apoderara de mí, pues la Abril pequeña sólo podía pensar en encontrarte –dijo, entre risas–, la Abril pequeña adoraba sus larguísimas cicatrices pues cada una significaba que su alma gemela vivía y que estaba hecha para ella, que tenía asegurado el amor verdadero.
–¿A qué le tienes miedo? –preguntó Samantha en un susurro.
Abril respiró hondo.
–A perderte. A que me pase algo y tú lo sientas –contestó, sus ojos se llenaron de lágrimas al instante, Samantha la miró confundida–. Sé que no lo entiendes, pero verás: yo tengo un historial muy largo de almas gemelas fallidas. Mis tíos, mi abuela, mi hermana... todos ellos tuvieron almas gemelas fallidas. No quiero que sientas lo que es perderme, no quiero que sientas mi muerte y mucho menos quiero sentir la tuya –explicó–. Sé que suena muy estúpido, porque realmente, nunca me di cuenta de que jamás podría protegerte de eso y que la única manera de protegerte era dándote lo que siempre he querido, pero jamás me he permitido: amor.
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Scars || Rivari
FanfictionRivari || Dónde Samantha y Abril son (verdaderas) almas gemelas. Cuando era pequeña, la abuela de Samantha solía contarle su historia favorita: la de las almas gemelas. Hoy, Samantha no solo compartía habitación con Abril, sino también algunas cicat...