Capitulo 17

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La noche fue un tanto larga. La tormenta acabó por la madrugada, sin embargo, la lluvia seguía en un ritmo leve. Abril estaba despierta desde que el reloj dio las siete, mientras que Samantha continuaba durmiendo, protegida por algunos cojines y con el único suéter de Abril abrigándole. Abril miraba por la ventana, esperando algún movimiento de alguien que estuviera cerca para arreglar la electricidad, sin embargo, aún era temprano y, de todas formas, no podrían empezar a trabajar mientras siguiera lloviendo.

El sonido de Samantha moviéndose llamó su atención, de inmediato se acercó a ella para saludarla.

–Buenos días. –saludó con dulzura la mayor. La menor reaccionó con una leve sonrisa y poniéndose roja al recordar lo que había sucedido la noche anterior. ¿Abril habrá sentido su beso? No lo sabía, pero no podía evitar recordar lo suaves que se sentían sus labios junto a los suyos.

–Buenos días, Abi. –sonrió, intentando relajar sus mejillas. Abril soltó una risita al ver la reacción de la menor.

–¿Dormiste bien? –preguntó la mayor, buscando algo entre el interior de su mochila– Debiste haber soñado algo interesante, pues despertaste sorprendentemente roja.

La menor sintió sus mejillas arder aún más fuerte ante tal comentario. Sus nervios habían incrementado tanto, que incluso sentía nauseas. Sonrió para la mayor y comenzó a hablar:

–Sería el calor. –mintió.

–¿De qué? –preguntó la mayor con picardía, logrando que Samantha se pusiese aún más roja.

–De... tu... tu suéter. –tartamudeó la rubia.

La menor observó su móvil: de las cuatro barras que indicaban el servicio, sólo una figuraba. Además, tenía tan solo un 5% de batería: prácticamente podía apagarse en cualquier instante. Claramente, no había traído consigo su cargador y no tenía agallas para preguntarle a Abril si traía uno con ella. Y, de todas maneras, ¿realmente servía de algo? al final de cuentas, el edificio seguía sin electricidad.

Abril se sentó a su lado, mirando de frente los cristales que las protegían de la lluvia (y quizás, un frío más intenso también). Tomó su mochila y sacó un panecillo de adentro, abrió el empaque y partió el contenido en dos. Con cuidado, le pasó una mitad a la menor y le sonrió.

–Gracias. –agradeció con honestidad la menor. Ambas dirigieron la mirada a las nubes que, con lentitud, se disipaban.

Abril miraba de reojo algunas veces a la menor, para asegurarse de que no se quedara con el estómago vacío durante el resto de tiempo que les quedara ahí dentro.

No había movilización alguna afuera. Abril había estado enviando mensajes a Félix para que diera aviso de que se habían quedado atrapadas ahí, lamentablemente, su móvil tenía una recepción muy débil (y probablemente Félix estaría haciendo cosas más interesantes con Alondra).

–¿No viajarás esta semana? –preguntó la mayor. Samantha negó con la cabeza– Vaya. Pensé que saldrías a visitar a tu familia, tú sabes, semana libre antes de exámenes...

–Podría viajar, pero no tengo mucho dinero más que para un viaje a Monterrey y lo he dejado para una emergencia. –dijo en voz baja. Abril asintió, sabiendo a lo que se refería al decir emergencia.

–¿Qué hay de Alexa?

Samantha rió.

–Bueno, ella tiene dinero de sobra, pero jamás abusaría de eso –afirmó–. ¿Qué hay de ti? Te he visto aquí en todos los días libres.

–¿Me has visto aquí? –preguntó Abril con una sonrisa formándose, si la había visto era porque no la había ignorado del todo en esas semanas y ¿cómo no alegrarse?– Tengo presupuesto para dos viajes, pero dudo usarlos, mucho menos en estos días, hay mucho que hacer por aquí antes de los exámenes.

Scars || RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora