El día era precioso, un típico día de un julio veraniego. Era el cumpleaños número catorce de Alexa y había decidido celebrarlo junto a su mejor amiga: Samantha. Habían acordado ir a un parque de diversiones que se encontraba a las afueras de Monterrey. Por primera vez las habían dejado salir completamente solas y pensaban aprovechar el día lo más que pudiesen. Justamente hacían fila para una de las montañas rusas más grandes del sitio.
–Samantha, Sam, ¿puedes quedarte sola por un rato? Necesito ir al baño. –dijo la mayor.
–Está bien, ¿debería dejar pasar al resto por si no llegas?
–No. Espero no tardarme mucho para volver rápido contigo. –contestó, saliendo por debajo de la cintilla que mantenía la fila. Samantha asintió.
En realidad, no sería mucho tiempo el que Samantha pasaría sola, sin embargo, la presión de que llegaría su turno y Alexa no estaría era lo que hacía que el tiempo pasara increíblemente lento.
Era la primera vez que salían completamente solas, el problema era que no tenían manera de comunicarse. Quizás Samantha estaba exagerando mucho, pues lo más seguro era que si llegaba su turno, era que Alexa la esperaría en la salida de la atracción. Se concentró tanto en observar su reloj que un empujón la tomó por sorpresa. Al fijarse, una chica, probablemente un poco más joven que ella, de cabello corto y mejillas coloradas la estaba observando con vergüenza.
–Lo siento. –dijo suavemente. Detrás de la chica, parecían acompañarla al menos otras siete chicas más.
Con una voz suave y tierna, la chica logró cautivar a Samantha en un segundo. Samantha hizo un gesto amable sonriendo y asintió.
–No pasa nada.
Y quizás con la respuesta de Samantha todo hubiese finalizado, pero la pequeña, ante una extraña situación, decidió presentarse.
–Me llamo Maite. –dijo, con una agradable voz y con sus mejillas sonrojándose. Samantha dudó por un segundo, pero ¿quién sería capaz de negarse ante aquella sonrisa?
–Samantha. –sonrió. En ese mismo momento, Alexa se reincorporaba a la fila.
–¡Ey! ¡Se está metiendo! –gritó una de las chicas que acompañaban a Maite.
–No, ella estaba conmigo. –habló Samantha, ayudando a Alexa.
–Claro que no, llevamos el mismo tiempo que tú aquí. –contestó otra chica.
–¿Están locas? Acabo de salir de aquí hace apenas cinco minutos. –habló Alexa, molesta.
–Chicas, basta. –dijo Maite firmemente– Puede ir detrás de mí.
–¿Detrás? –contestó Alexa, ingenua. Prácticamente lista para tirarse detrás de la pequeña.
Justamente en ese momento, el encargado abrió la puerta para que entraran a la montaña rusa, dejando pasar primero a Samantha y la pequeña de cabello corto, seguidas de Alexa. Maite estaba a punto de subirse al mismo asiento que Samantha cuando Alexa la detuvo.
–¿Disculpa? Yo voy ahí. –habló un tanto molesta.
–Creo estar segura de haber dicho que te dejaríamos entrar después de mí. Este es mí lugar. –le sonrió, irónicamente.
–¿Chicas, sucede algo? –preguntó el encargado.
–Nada, sólo estábamos discutiendo sobre las reglas del lugar.
–¿Debería llamar a tu padre, May? –habló una de sus acompañantes.
–No me gusta molestar a mi padre, además, no creo que sea necesario vetarlas de aquí de por vida, ¿a que no? –se dirigió a Alexa.
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Scars || Rivari
FanfictionRivari || Dónde Samantha y Abril son (verdaderas) almas gemelas. Cuando era pequeña, la abuela de Samantha solía contarle su historia favorita: la de las almas gemelas. Hoy, Samantha no solo compartía habitación con Abril, sino también algunas cicat...