Hora de la verdad | Chapter III

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Narrador Omnisciente:

Luego de tener esa charla con sus abuelos, Madelaine se fue a recostar en su habitación porque estaba agotada por el viaje. Mientras intentaba dormirse en su cabeza no paraban de salir nuevas preguntas para hacerle a sus abuelos, preguntas que ella esperaba que tengan respuesta.

Luego de unos minutos se durmió y comenzó a soñar algo extraño, estaba en una habitación grande pero oscura, la única luz que se veía era la de la luna entrando por la ventana de aquella habitación.

Se acercó a lo que parecía ser una cuna, donde había dos niños hermosos. Uno era un poco más grande que el otro, el mayor ha de tener unos 4 años y el menor uno 2 o 3 años. Ambos tenían un poco el pelo crecido y tenían unos rulos adorables, pero de la nada el menor empezó a llorar y el mayor lo comenzó a consolar, éste último hablaba algunas palabras entendibles para ella y le decía que se calmara porque sino iba a venir su papá a enojado.

El pequeño siguió llorando y ella no podía agarrarlo para consolarlo, como si Madelaine fuera invisible pero estaba ahí. De la nada se abrió la fuerza fuertemente y azotándose contra la pared que hizo que pegué un brinco asustándola, era un hombre calvo, con tez demasiado blanca y unas vestimentas raras, el niño mayor abrazaba a su hermano como si fuera a defenderlo de ese hombre.

Tom, haz que Mattheo cierre su boca o lo haré yo mismo y sabes lo que pasa cuando yo hago las cosas. Dijo el hombre que había entrado a la habitación, el niño mayor, Tom siguió tratando de consolarlo pero no había caso y el mismo señor volvió más enojado llevándose al niño menor, Mattheo.

Tom lloraba desconsolado diciendo que no se lo llevara y Madelaine quería hacer algo pero no podía, comenzó a desesperarse y ahí fue cuando se despertó toda sudada y agitada. Estaba nerviosa, comenzó a sentirse mal porque no podía ayudar a esos niños, comenzaron a caer lagrimas por sus mejillas y en eso entró Hester, ella venía a despertarle pero con el sueño que tuvo ella despertó antes.

Madelaine:

-No sabes lo feo que fue abuela-. Terminaba de contarle a mi abuela el sueño con los dos niños y el hombre que habían aparecido allí de la nada.

-Mira mi hijita, hay veces que lo sueños no son reales, pero por lo que me contas, eso no fue un sueño, fue una visión-.

La miré extrañada, yo creía en las cosas paranormales y sobrenaturales pero en ¿visiones y magia? No lo sé.
Me sacó de mis pensamientos diciéndome que la comida ya estaba lista y que yo debería de estar lista para escuchar lo que mi abuelo quería contarme.

Me sacó de mis pensamientos diciéndome que la comida ya estaba lista y que yo debería de estar lista para escuchar lo que mi abuelo quería contarme

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Narrador Omnisciente:

Madelaine había bajado a cenar con sus abuelos una rica lasagna. Ella ansiaba por saber la historia que le iba a contar su abuelo sobre el apellido Grindelwald.

La Primogénita de Grindelwald. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora