❝Eres todo lo que he deseado y todo lo que he temido.❞ || Donde Carlisle Cullen verá su autocontrol puesto a prueba. O donde Caroline Swan comprueba que Forks no es tan aburrido.
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Decido llevar a Bella al instituto un par de días después de la consulta. Quiero demostrar que puedo conducir perfectamente y además puedo aprovechar para interrogarla.
-¿Qué tal todo con Edward? –sí, la sutileza no va conmigo.
-Bien, perfecto. –su mirada está distraída por la ventanilla pero se clava en mí. -¿Por qué?
Me encojo de hombros.
-Quiero ponerme al día de mi sobrina favorita.
-Soy tu única sobrina.
-Y mi favorita. –la música de la radio mata el silencio unos segundos hasta que me decido a volver a hablar. –Al menos es más amable que su padre.
Bella parpadea sorprendida.
-¿Carlisle?
Asiento y hago un mohín, aún algo ofendida por su trato.
-Es un borde.
La carcajada de Bella me sorprende.
-Carlisle es la persona más amable que he conocido nunca. –explica y ahora soy yo la que le da una breve mirada escéptica antes de volver a mirar a la carretera. -¿No fue amable contigo?
-Prácticamente me echó de la consulta. Pensé que era así con todos. –lo último lo añado casi en voz baja, algo avergonzada de mi decepción. Resulta que no es idiota, sólo lo es conmigo.
Bella permanece en silencio, pensativa, mientras aparco delante del instituto.
-Quizás sólo tuvo un mal día. –responde por fin pero no lo hace muy convencida. Veo a Edward a unos metros, alza la mano para saludarme con una sonrisa y yo hago lo mismo pero sin sonreír. –Nos vemos después de clase, Edward me llevará a casa.
Asiento y salgo del instituto aún pensando en el comportamiento del doctor Cullen. No le puedo caer mal. No le he dado tiempo. Sin saber por qué acabo en el hospital.
Entro y el olor a desinfectante me da la bienvenida. No tengo nada que hacer aquí. Estoy por irme pero veo la cafetería así que decido que un café no hace daño a nadie. Es ahí cuando veo el cartel de que se necesita personal para el turno de noche.
Bueno, necesito el dinero. Y no duermo demasiado. Es algo así como el trabajo perfecto para mí.
Hablo con la chica encargada y en menos de media hora tengo trabajo.
Ni siquiera me doy cuenta de que eso implicará ver al doctor idiota hasta que no he firmado el contrato.
-No tienes que hacerlo.
-Tengo la manía de gastar dinero para vivir.
Charlie bufa. Ambos estamos en los escalones del porche disfrutando de una calidez extraña en Forks, incluso aquí llega el verano aunque dure menos de lo que me dura un paquete de cigarrillos.
-Esta es tu casa, todo está cubierto.
-No quiero aprovecharme de ti.
-Eres mi hermana pequeña, aprovecharte de mí viene con el título.
Suelto una carcajada que rebota en el silencio de la noche. Quizás echaba de menos estar así con mi hermano, tranquilos y charlando. Ni siquiera recuerdo la última vez que estuvimos de este modo.
Saco un cigarrillo de la caja que tengo en la chaqueta y veo la crítica de Charlie en sus ojos mientras lo enciendo.
-Es sólo tabaco, relájate.
-Al menos has dejado la maría.
Pongo los ojos en blanco mientras expulso el humo, una bocanada grisácea que se pierde en la brisa nocturna.
-Sólo fueron dos meses y estaba en el último año de instituto. Era estresante. –y yo nunca he llevado bien el estrés.
Para mi sorpresa estira la mano hacia mí.
-¿No lo habías dejado hace como...diez años? –pregunto estupefacta.
Chasquea la lengua y agita los dedos ante mí, metiéndome prisa. Le doy uno aún sin salir de mi sorpresa y se lo enciendo. Vuelve a hablar después de un par de caladas.
-Tener una hija adolescente es estresante. –su vista se pierde en el humo que acaba de echar. –Nunca pensé que sería así.
-Venga ya, Bella es la mejor hija que puedes tener. –agito el cigarrillo y los restos de ceniza caen al suelo empedrado del camino de entrada.
-Lo era. –da otra calada, profunda, de verdad está disfrutándolo. –Desde que apareció ese imbécil ha cambiado.
Parece realmente preocupado. Su ceño se frunce y su rostro se arruga. No me había dado cuenta de que había envejecido. Quizás yo también lo he hecho y lo he ignorado todo este tiempo. Los años pasan factura.
-Es su primer amor, todos creemos que nos casaremos con nuestro primer enamoramiento.
-Yo me casé con mi primer amor.
Lo miro con una ceja alzada.
-¿Y cómo te salió?
Charlie bufa y mueve el cigarrillo para que caiga la ceniza al suelo.
-No es sólo eso es toda la familia. Los Cullen son...
-Son raros, ¿verdad? –completo por él.
Asiente con un cabeceo seco.
-Pero los demás son decentes. –omito decirle que el patriarca es un verdadero idiota, al menos conmigo, y dejo que siga hablando. –Aún así, esconden algo. No me importaría, cada uno con sus cosas pero Bella está metido en ello.
-Lo sé, por eso me he quedado. –ahora es él el que me mira sorprendido. –Es mi sobrina, quiero cuidarla.
Su mirada se torna pensativa mientras me observa. Doy una calada, algo incómoda por su repentino escrutinio.
-Has madurado.
-Y tú te has hecho más viejo. –replico mordazmente porque lo ha dicho como un halago y no me siento demasiado cómoda ante ellos.
Ríe aunque es una risa algo desganada. Echa la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en el poste de madera que sostiene el porche y cierra los ojos.
-Sí, a veces me siento demasiado viejo.
Nos quedamos en silencio. Sólo los grillos cantan a nuestro alrededor, como siempre han hecho. Hay cosas que cambian y otras, que no.
Me encanta escribir sobre la relación de Charlie y Carol, son dos personas muy diferentes pero al final son cuidan y se quieren como sólo los hermanos que son opuestos pueden quererse🤭
De esta historia he escrito varios capítulos del tirón y no me aguanto las ganas de compartirlos con vosotres así que aquí tenéis uno más❤️
Recordar darle amor y comentar, eso siempre motiva🙈🥰