Capítulo 2: Amigos

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20 años antes

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20 años antes...

A los cuatro años, descubrí que Morgan Walker era la persona más perseverante del mundo.

¿Quería algo? Iba tras ello.

No era divertido cuando yo era su objetivo.

En nuestro segundo día de clases, había declarado que seriamos amigos. Yo no quería ser su amigo.

— Me llamo Morgan, y mi abuela dijo que podemos ser amigos.

— No conozco a tu abuela. —había respondido simplemente. ¿Quién era esa señora y porque había dicho eso?

— Ella es muy buena y hace pasteles de manzana con canela que saben riquísimo, ¿quieres venir a mi casa a probar uno?

— Mi mamá no me deja ir a casa de desconocidos.

— No soy un desconocido. Te dije como me llamaba. Morgan. —dijo, moviendo una mano, como si eso hubiese sido obvio desde el principio.

— No quiero ser tu amigo. —murmure y me puse de pie para situarme en otra de las tantas mesas de nuestro salón, tome asiento en una diminuta silla. Cuando levante la mirada, ese niño estaba ahí nuevamente.

— Te pareces a un ángel.

— Los ángeles no existen.

— ¡Si existen! Mi abuela dice que ellos nos cuidan de no hacernos daño.

— ¿Entonces porque cuando me caí de la bicicleta nadie me cuido? —dije, señalando mi rodilla raspada que se asomaba debajo de mis pantalones cortos. Morgan arrugo la cara como si hubiera visto algo realmente desagradable.

— ¿Te dolió?

— Sí.

— ¿Lloraste?

— Claro que no. —mentí. Si había llorado, mucho. Había llorado más cuando mi madre había limpiado la herida, también había gritado, pero él no tenía por qué saber eso.

Creo que una parte dentro de mí anticipaba nuestra colisión, y si hubiera seguido mi instinto, habría puesto distancia entre nosotros. Pero como dije, Morgan es perseverante y me quería como su amigo. Así que fuimos amigos.

Más tarde esta amistad nos causaría heridas a ambos, casi tantas como las que habíamos recogido en el campo, cuando él me convenció de unirme al equipo de futbol americano de nuestra escuela cuando teníamos seis.

No tenía interés en el futbol, pero sin Morgan mis tardes eran aburridas, porque en el pueblo costero de Bunkport no había nada divertido que hacer, y si Morgan no estaba ahí, todo era aburrido y sin luz. Mis excursiones eran simples y las cosas no tomaban forma cuando él no estaba.

Ninguno de los dos era especialmente bueno jugando a esa edad, pero nuestro entrenador nos puliría como diamantes.

Lástima que los diamantes se rompen cuando ejerces presión. 

AURORA [Historia Corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora