9 años antes...
Morgan y yo reñíamos por cosas estúpidas. A decir verdad, nuestras peleas se reducían a quien había tomado el equipo de quien.
Como dos tipos cuyas iniciales son M.W. volvíamos locos a nuestros profesores cuando abreviamos nuestros nombres en los exámenes, o simplemente nos volvíamos locos a nosotros mismos cuando discutíamos sobre qué equipo es de quien, pero demasiado tercos para ceder y elegir otra cosa que diferencie nuestras cosas que no sean nuestras malditas iniciales.
Ojos verdes me miraban. Casi tan verdes como el pasto que nos rodeaba. Su cabello negro parecía un tono más oscuro porque estaba húmedo por el sudor del partido y apenas habíamos concluido el primer tiempo. Morgan me dedico una sonrisa de dientes blancos antes de beber de un cono de papel y arrojarlo al cesto de basura.
— Tenemos esto, ángel. —dijo, extendiendo su puño contra mí. Estrelle el mío por inercia, habíamos hecho este gesto tantas miles de veces que no podría llevar la cuenta.
— Sí. Pateemos su trasero. —repliqué.
Si hubiera sido un hombre sensato, le habría pedido que dejara de llamarme por ese estúpido apodo desde hace mucho tiempo. Pero una parte de mí, disfruta del brillo de sus ojos cada vez que me llama así. Como una broma interna solo entre nosotros.
Todavía recordaba sus palabras de aquel día en ese salón de clases;
"— Te pareces a un ángel." —Había dicho.
Aún recuerdo haber llegado a casa ese día y haber ido directamente al espejo, mirando mi reflejo por un largo tiempo. Yo no tenía alas, ni esa cosa que se supone que llevan los ángeles en la cabeza, ¿Por qué había dicho él que parecía un ángel?
"— Que niño tan raro." —Había pensado en ese entonces.
El silbato sonó, sacándome de mis recuerdos, y entonces salimos al campo.
Todo era un borrón en movimiento y distingo a mis compañeros de equipo por nuestros colores, por nada más. Excepto a Morgan. Morgan es una extensión de mí mismo y podía ubicarlo en cualquier parte del campo. Nuestro magnetismo era natural, así que arroje la pelota en su dirección.
Lo observe correr por el campo, en busca de la meta, justo antes de ser tacleado por dos jugadores del equipo contrario con tanta fuerza que me hizo estremecer.
Las cosas pasaron en cámara lenta y me sentí andar bajo el agua cuando me moví en su dirección, sentía que no podía llegar lo suficientemente rápido a donde él se encontraba y cuando por fin estuve ahí, nuestro entrenador también lo estaba y todo estaba mal.
— ¡Morgan! —grite, quitándome el casco y dejándolo caer en algún lugar del campo.
— ¡Atrás! —me dijo la paramédico de nuestra escuela cuando me acerque demasiado. Pero no había forma de que ella pudiera alejarme de él en este momento.
— Morgan... —balbuce, pero él no me escuchaba, aun llevaba el casco puesto y se sostenía la pierna mientras apretaba el protector bucal. Su rostro estaba rojo y el dolor estaba escrito en el.
Las lágrimas cayeron de mis ojos antes de darme cuenta que estaba llorando. Sentí su dolor como el mío propio y quería hacer lo que sea para hacerlo sentir mejor, pero el entrenador nos apartó cuando una camilla se deslizo en el campo y no me di cuenta que una ambulancia había llegado hasta aquí.
— ¡Voy con él! —dije rápidamente, antes de que mi entrenador me tomara del hombro para detenerme.
— No vas a ninguna parte, Watson. Tienes un partido que ganar.
— ¡Pero entrenador! —me queje con urgencia, la desesperación en mi pecho crecía mientras veía que las puertas de la ambulancia se cerraban.
— Enfócate. —me dijo con dureza. — Las lesiones en el campo suceden todo el tiempo, tienes que mantener la cabeza fría. Así que ve y gana este partido por Walker, ¿entendido? —me dijo con una mirada dura, que me habría intimidado si las sirenas de la ambulancia no nublaran todos mis sentidos. — ¿Entendido? —presiono el entrenador.
— Sí. —respondí con desgana.
— Muy bien, ahora vuelve al campo. El futbol es todo lo que importa.
Esa hubiera sido una lección que me hubiera gustado nunca aprender.
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AURORA [Historia Corta]
Roman d'amourLa primera vez que vi a Miles Watson fue cuando teníamos cuatro años y creí que era un ángel. Con su cabello rubio y brillantes ojos azules, con su piel dorada y fina, parecía uno de esos muñecos que mi abuela solía guardar en una vitrina, los que t...