Capítulo 11: Pasos

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8 años antes

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8 años antes...

Supe que se trataba de Miles desde que escuche el sonido de sus pasos en lo alto de la escalera. Sabía diferenciar que miembro de mi familia era solo por el repiquetear de sus pisadas. Miles había pasado tanto tiempo aquí como cada uno de ellos, que había aprendido exactamente como sonaba él en mi casa.

Un suave golpe se escuchó en la puerta, tan suave como el latido que mi corazón se saltó en cuanto lo vi. Miles Watson en todo su esplendor estaba ahí, en el umbral de mi puerta, tan hermoso y enigmático como un rayo tocando tierra, y yo quería tocarlo.

— Hola. —dijo suavemente, deslizándose dentro de la habitación y cerrando la puerta detrás de él.

— Hola. —respondí, reincorporándome sobre mi cama.

— No has venido a verme.

— No.

— Yo he estado ocupado con las cosas de la universidad, ¿Cuál es tu escusa?

— No la tengo. —dije, con sinceridad. Frente a mi estaba la única persona que alguna vez vería a través de mis mentiras, no tenía sentido mentirle.

— ¿Es por lo que pasó la noche de la graduación? —dijo, y estúpidamente entre en pánico.

— ¿Podemos olvidar que eso paso? —dije, pero eso no era lo que quería decir en absoluto, quería que él lo recordara. Quería saber si él había pensado en eso tanto como yo lo había hecho, si él había pensado tan solo la mitad de cosas que cruzaban por mi cabeza.

¿Pero qué sentido tendría?

Él se iría a Michigan y yo me quedaría en Bunkport, y como había dicho Alice, él tendría nuevos amigos y una nueva vida de la que yo no sería parte. No tenía sentido torturarme con el pensamiento del: ¿Y, sí? No tenía sentido tener esperanzas sobre si ese beso había significado más para él.

— De acuerdo. —respondió encogiéndose de hombros y saltando a mi cama, restando importancia al momento más trascendental de mi vida. — Tu abuela me ha dicho que me quede a cenar, creo que será mi despedida. —dijo, con sus ojos brillando de esa forma traviesa que tenían.

— ¿Has visto a Alice?

Miles sonrió, con esos hoyuelos adorables apareciendo en sus mejillas.

— Sí, ha llorado. Algo sobre no olvidarla.

— Está convencida que tus amigos de la universidad te robaran lejos.

— ¿No estas preocupado por eso tú también? —me miro, su mirada azul me recordaba al mar en esos días de verano donde corríamos alrededor de la orilla, buscando cangrejos que nunca encontramos.

— ¿Debería de estarlo?

— Claro que no, eres mi hombre.

Recordé esas palabras cada noche durante el primer año que él no estuvo. Las repetí tanto que casi las creí.

AURORA [Historia Corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora