9 años antes...
La abuela siempre dijo que las cosas siempre pasaban por una razón, pero nunca pude encontrar la razón para lastimarme durante un partido.
— Cuando te quiten la escayola, tu pierna estará flaquita. —dijo mi hermana menor, Alice rebotando en mi cama. — Lo sé porque Jace Torres el verano pasado se cayó de un árbol y se quebró el brazo y cuando le quitaron la escayola su brazo estaba muy flaquito.
— Eso es porque tus músculos no trabajan cuando están aprisionados en ese yeso. —respondió Miles. — Y es por eso que se vuelven flaquitos.
Los ojos de Alice se abrieron, con hambre de conocimiento, absorbiendo la información para llevarla al mundo. En este caso, el mundo se reducía a sus compañeros de clase de diez años.
— Pueden dejar de decir la palabra "flaquito" —dije malhumorado.
Habían pasado casi dos semanas del accidente en el campo de juego, pero aún no se me permitía bajarme de esta cama para otra cosa que no fuera ir al baño. Los primeros días habían sido jodidamente vergonzosos cuando ni eso fue permitido.
— Venga ya, no estés de mal humor. —dijo Miles con una sonrisa, todo dientes blancos y hoyuelos. Lo odiaba por hacerme sentir cosas que no debería. — Cary ha dicho que está preparando pay de chocolate blanco y moras, ya sabes, tú favorito. Así que deja de fruncir ese ceño.
La abuela había insistido en que Miles la llamara por su primer nombre, a través de los años, Miles se había deslizado en mi casa como un miembro más de mi familia. Mi familia lo adoraba y lo incitaba a pasar tiempo por aquí, a lo que él aceptaba más que gustoso.
Él era hijo de una madre soltera, quien había heredado una vieja casa en un pueblo, cortesía de un familiar lejano. Su madre solía pasar los veranos en Bunkport, y cuando la casa le fue heredada, no lo pensó dos veces antes de vender todo lo que tenía y empezar una nueva vida en el pintoresco pueblo que había amado tanto.
Había trabajado por un tiempo como camarera en un restaurante del pueblo, pero después había dejado ese puesto para convertirse en cajera, y después lo había dejado para convertirse en recepcionista del único hotel que había en Bunkport.
Muchas veces me pregunte el que sería de mí si Miles y su madre no se hubieran mudado aquí. Me preguntaba si sería de esta forma si él no estuviera. Él era el único chico al que miraba de esta forma, por el cual me sentía de esta forma. No había nadie más. Pero una parte de mí no quería averiguar que sería mi vida sin Miles Watson.
Desafortunadamente lo que uno quiere y lo que obtiene no es lo mismo, y yo aprendería que es la vida sin él.
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AURORA [Historia Corta]
RomanceLa primera vez que vi a Miles Watson fue cuando teníamos cuatro años y creí que era un ángel. Con su cabello rubio y brillantes ojos azules, con su piel dorada y fina, parecía uno de esos muñecos que mi abuela solía guardar en una vitrina, los que t...