El Soldado del Invierno fue enviado a una misión que lo deja malherido por una herida de bala. En el afán de conseguir asesoramiento médico llega al jardín de la casa del millonario Tony Stark en donde queda inconsciente por la falta de sangre.
Pa...
Al despertar me di cuenta de que tenía lágrimas secas por toda la cara. Las cortinas habían sido cerradas al igual que las ventanas. Me dolían los ojos, tenía hambre y sed. Al intentar sentarme en el borde de la cama sentí el corazón más pesado. La sensación era similar a de una horrible resaca, conla única diferencia de que no había probado ni una gota de alcohol la noche anterior. Los pensamientes se aclararon y pronto pude recordar lo que había dicho, pasado y hecho horas antes.
— Mmm — me quejé en silencio y froté mi cara con mis manos arrepintiéndome de muchas cosas.
Me había desquitado de manera injusta con él. Dije cosas que no quería, que inclso ni sentía... bueno, unas más que otras. Descargué mi furia sobre alguien inocente y odiaba el hecho de que me pasara más de lo que quería admitir.
Mire en todas las direcciones hasta que algo peculiar me llamo la atención. Sobre mi mesa de noche había unas placas y junto a ellas una nota.
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— Me llamo James — decía el pequeño tozo de papel en una caligrafía algo deforme que me pareció inusualmente atractiva.
¿En el buen sentido o en el malo?
Ah, sigues ahí.
— James... — dije sonriendo un poco.
En ese instante, no solo descubrí su nombre, sino que también supe que había servido en el ejército. Sin embargo, jamás había visto a un militar tan peculiar. Por lo general, llevan uniforme verde y chaleco antibalas, pero él lucía un brazo de metal y una extraña máscara, además de poseer unos ojos hermosos que cautivaban la atención de cualquiera.
El solo saber que tenía un mínimo grado de confianza en mí me elevó un poco los ánimos, dándome una sonrisa que me motivó a levantarme y hacer el almuerzo. Había dormido hasta el medio día, no le veía el sentido a desayunar a esa hora.
El sonido del timbre hizo que cayera en la cuenta de la sonrisa que había mantenido hasta ahora.
Nat estaba parada frente a mi mientras Bailey se abalanzaba a mis pies y saltaba en sus patas traseras.
— ¡Hey! - exclamé agachándome y Bailey lamio mi cara.
— Pensé que lo echarías de menos — sonrió Nat con un todo de suspicacia en su voz.
Subí la mirada para encontrarme con sus hinchados y rojos ojos.
— Yo lo hice — me dijo explicando su presencia mientras me recomponía.
— Tus ojos...
— Yo también le tenía cariño... más de lo que demostraba.
Sabía que Nat también le tenía un afecto especial a Nick, solo que se lo expresaba a su manera, como siempre.
— ¿Cómo me encontraste? — le pregunte suspirando y dirigiéndome de nuevo a la cocina.
— Tengo contactos — la mire — Tony me dio la dirección — admitió al fin.
