I hear a symphony
-Cody FryJunio, 2023
Llegamos, por fin.
Tomamos nuestras maletas. Isa da un bostezo que se me pega de inmediato. Me duele el cuello por la posición en la que me quedé; era moverme o despertar a mi hermana, y decidí quedarme estático. Ahora pago las consecuencias, pero está bien. Mientras Isa descanse, no tengo problema alguno.
Recogemos nuestras maletas en un estado de zombie. A pesar de que ella durmió unas horas, tampoco es que lo hizo en la mejor posición. Y menos cuando había un bebé que no dejaba de llorar en todo el vuelo. Probablemente ni siquiera pudo pegar los ojos por completo.
Caminamos hacia la salida del lugar cuándo vemos un cartel en nuestro trayecto que nos hace detenernos.
«𝐵𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜𝑠 𝐼 & 𝐸»
Y por supuesto que la persona que lo sostiene tiene que ser quién accidentalmente dio su esperma para que naciéramos.
Sonreímos, avergonzados, y nos reunimos con él. Está solo, lo que significa que ni Iker ni Marissa vinieron a recibirnos. En cierto modo, es como si nos dieran privacidad para ponernos al día.
Omar baja el cartel y abre los brazos. Ya que no tenemos de otra, lo abrazamos. Nos da golpecitos en la espalda antes de separarnos y sacudirnos el cabello como suele hacer cuando nos ve. Tanto él como mamá tienen esa costumbre extraña.
—Venga, en el coche nos ponemos al día. —Asentimos y lo seguimos con maleta en mano hacía el exterior. El sol nos pega en la cara, dejándonos ciegos por unos momentos hasta recuperar la vista nuevamente.
Nos metemos en el coche, yo en el asiento de copiloto e Isa en la parte trasera, con las maletas y mochilas a su alrededor. Tengo ese privilegio por ser el hermano mayor por solo unos minutos de diferencia.
—¿Cómo estuvo el vuelo? ¿Algún problema? —inquiere encendiendo el coche y saliendo del estacionamiento.
—Todo bien hasta que el mocoso de cinco meses se le ocurrió llorar a mitad del vuelo —responde Isa sacudiendo la cabeza.
Me rio y Omar me imita. Es un hombre barbudo, con cabello de color negro, ojos del mismo color que nosotros. Ni flaco ni robusto; un poco más alto que ambos. Tez pálida. Si no fuera por nuestro cabello pelirrojo, seríamos una copia de él.
—La suerte la tienen las personas que nunca han tenido que pasar un vuelo con niños pequeños.
—Pues, vaya pésima suerte tenemos nosotros. Ya verás que nos tocará otro niño así de regreso —dice mi hermana y veo por el espejo que pone los ojos en blanco.
—Cállate, solo le estás pidiendo a la vida que nos lo dé.
—Cállate tú.
Omar suspira, acostumbrado a nuestras peleas no tan peleas.
—Iker lleva toda la mañana esperando a que lleguen. Así que estará insistente con ustedes en todo el día.
—Nosotros también lo extrañamos —replico con sinceridad—. Le trajimos unos dulces.
—No durarán nada. Gracias por tomarlo en cuenta.
—Es de la familia, nosotros no dejamos de lado a la familia —asegura Isa y veo a Omar sonreír ampliamente.
Miro a través de la ventana. Arribamos en el aeropuerto de Portland, en Oregón, que es justo donde nuestro papá vive. Así que comenzamos a dejar los pedazos de campo atrás y las casas enormes se van viendo en las calles. Su casa está en la ciudad, pero no en el mero centro de esta.
ESTÁS LEYENDO
El Significado de Nuestra Existencia
Teen FictionValidación Académica Problemas en el amor Una amistad a distancia Y un viaje de auto-descubrimiento Supongo que mezclar todo eso hace la vida más interesante de lo que ya es. Sin haberlo previsto, conocí a Arleth de la manera más... Ordinaria y a...