Eternos
-MarteUna semana ha pasado ya desde que regresamos. Como seguimos de vacaciones de aquí hasta agosto -apenas va a acabarse junio- aún tenemos muchísimo tiempo libre.
Este día, junto a mi grupo de amigos, nos vamos a un picnic en uno de los parques de la ciudad.
Nos vamos en el coche de Jaz. Él nos pasa a recoger. De copiloto está Ness, qué nos saluda con una sonrisa cuando entramos. Ellos dos y Erick, el novio de Isa, nos recibieron cuando llegamos, así que ya nos habíamos visto antes.
Recogemos al último miembro del grupo que nos faltaba y me toca aguantar que mi melliza ande de empalagosa con su novio. Como si ayer no se hubieran visto. Dios mío. Para mi gran suerte, llegamos en menos de cinco minutos al estacionamiento del parque y soy el primero en bajar cuando Jaz apaga el auto.
Veo los árboles que tratan de escapar por el muro de piedra que separa el estacionamiento del parque y de inmediato pienso en aquella chica amante del bosque que se quedó al otro lado del continente.
Seguro que Arleth estaría feliz aquí como lo fui yo en la playa.
—Emi, ¿me ayudas, porfas? —me llama Ness y voy a la parte trasera del vehículo. Ahí están ella y Jaz. Los otros dos ya se perdieron por alguna parte del lugar—. Agarra esto. —Me pasa una manta roja y algunos juegos de mesa.
—¿Algo más?
Niega la cabeza. Ambos terminan de recoger las cosas y cerrar la cajuela para empezar el recorrido. Mientras caminamos, Ness me mira con los ojos entrecerrados.
—Y buenooooo —Alarga la última vocal y pido a Dios que me salve de lo siguiente que vendrá—, ¿qué pasó con la chica que conociste allá? Fue gracias a Isa que me enteré que fueron a la playa.
—Te preguntaría qué fue lo que no te contó, pero seguramente te narró cada mínimo movimiento que hice.
La sonrisa la delata.
—Solo me contó las cosas con mayor relevancia, pero sin detalles. Cuando me iba a contar, le pedía que no lo hiciera, ya que quería escucharlo desde tus palabras. Obviamente, si tienes ganas de contarme.
Nos paramos porque Jaz se queda atrás, tomando algunas fotos a cada mínima cosa. En una, nos apunta con su celular y supongo que saldremos con todo el montón de cosas que llevamos y una cara de «ayuda».
Aprovechamos ese momento para bajar todo y descansar de los brazos. A donde iremos, aún queda lejos.
—¿Cuándo no tendré ganas de decirte algo de mi vida? Literalmente si no fuera porque Isa existe, serías la primera en enterarse todo al momento —le sonrío mientras hablo.
—Me halagan tus palabras.
—Y la verdad es que no pasó nada. O sea, simplemente éramos dos desconocidos que se volvieron amigos y ya. Isa sigue insistiendo en que sucederá algo cuando no. Estamos a kilómetros de distancia. Ni siquiera funcionaría.
Ness hace una mueca y observamos como Jaz regresa a nuestra altura.
—Si el amor existe, nada será impedimento para que funcione. Sean miles de kilómetros o solo unos cuantos, eso no importa —dice ella y recogemos las cosas para retomar la marcha—. Pero, en otro tema, ¿te la pasaste bien con ella?
—Muchísimo. La verdad es que estoy muy agradecido de que haya llegado a mi vida. Si el año que viene volvemos a ir, visitarla es una de las primeras cosas que debo de hacer. Definitivamente no aguantaré hablar por mensaje por más de un año.
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El Significado de Nuestra Existencia
Teen FictionValidación Académica Problemas en el amor Una amistad a distancia Y un viaje de auto-descubrimiento Supongo que mezclar todo eso hace la vida más interesante de lo que ya es. Sin haberlo previsto, conocí a Arleth de la manera más... Ordinaria y a...