Capítulo 1

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The grudge
-Olivia Rodrigo

Mayo, 2023.

—Debemos terminar con esto.

La volteo a ver, con los ojos abiertos y confundido.

—¿Qué?

—Terminar. Con lo que sea que tengamos —repite y me mira como si fuera idiota.

—Es una tontería, Bri. Apenas estamos teniendo tiempo para salir, ni siquiera hemos llegado a las diez citas.

—Ni llegaremos.

Tiene que ser una broma.

Me levanto del sillón y camino de lado a lado, con las manos en la cabeza y la vista en el techo. Brianna me observa desde su lugar, aburrida.

—A ver, charlemos. ¿Qué es lo que te hace querer terminar con nuestra extraña relación? Todo está bien... Bueno, algunas cosas tienen su astilla. Pero funciona.

Ella es como mi «casi algo». Nunca hemos confirmado nada porque creemos que no hace falta catalogar nuestra relación. Llevamos algunos meses saliendo, otros días en los que no sabemos nada del otro, pero ninguno le es infiel al otro o algo por el estilo... Al menos nos respetamos en eso. O yo lo hago. Brianna a veces se nota que no quiere respetarlo.

—Quiero salir a descubrir nuevas personas. Que funcione no es suficiente para una relación, Emi. Tú lo sabes bien, pero lo niegas. Ya viste cómo terminó todo la última vez que salimos. Y las veces pasadas a esas.

Eso fue a finales de abril. Dos semanas atrás, ya que estamos a mediados de mayo. Habíamos salido de la universidad, mi celular se quedó sin batería, así que perdí la noción del tiempo. Disfrutamos la salida al cine hasta que se acabó y sin darnos cuenta, comenzamos a discutir porque yo no quería pasarme a su casa esa tarde porque me dio miedo lo que sea que fuéramos hacer allí.

Además, estaba sin batería y mi melliza me iba a matar si no llegaba a dar señales de vida.

El tema quedó allí y ella se largó sin despedirse ni nada. Me molesté conmigo mismo por sentirme temeroso ante aquello que quizas ni iba a suceder, pero no podía echarme toda la culpa. Al final del día, me reuní con Isa y Ness -su nombre real es Ossena, pero ese es su apodo- y, aunque me llevé la regañada de mi vida, olvidé ese mal rato.

—Eso fue porque no estaba listo. Me sentí presionado —me defiendo, mirándola a los ojos. Y lo digo en serio, no estaba preparado para ese momento. Siento que nunca lo estaré.

—Ni siquiera sabías que íbamos a hacer.

—Pero tú querías hacerlo, ¿no? Querías que tuviéramos sexo.

No lo niega. He aquí mi respuesta. Me dejo caer en el sillón y suspiro.

—Ya vez. Vamos a iniciar a discutir otra vez —dice en cambio, ignorando por completo mis palabras—. Si seguimos así, solo nos haremos más daño del que ya hemos hecho. Terminemos de una vez, Emi.

El daño que ella ha estado causando, cabe aclarar.

¿Qué otra cosa puedo hacer? Realmente nada. Solo aceptarlo, pues tiene razón. Aunque eso no quita el hecho de que duela. Yo sí la amé. La sigo amando. Pero parece que no es suficiente amor.

—Me parece una razón tan tonta teniendo en cuenta que tú hiciste cosas peores que no haber aceptado tener sexo. Pero bueno, tú eres la que quiere largarse. Así que adelante, vete. No te voy a suplicar que te quedes porque no lo harás.

Ella no me contradice. Parece que ni me escucha nuevamente, pues la veo levantarse y pararse frente a mí. La cabellera negra cae por delante de sus hombros. Es una chica muy guapa. Ojos negros y grandes, nariz perfilada, complexión media. Lleva un lindo vestido amarillo con flores blancas.

El Significado de Nuestra ExistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora