Capítulo 25

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Vanesa

- ¿Quién era? – Preguntó Mónica confundida.

- Eh... era, era uno de los vecinos, vio la luz encendida y quería saber si estaba todo bien. – Sabía que era una mentira estúpida, pero no se me había ocurrido nada más.

- Okey. – dijo entrecerrando los ojos.

- Vamos, voy a prender los focos del patio. – Dije adelantándome para que no se tropezara en la oscuridad. Cuando llegamos se quitó el quimono y la vi, definitivamente su cuerpo había comenzado a cambiar; su vientre estaba abultado y la redondez ya era totalmente visible, y bueno... sus pechos se veían más llenos que antes, pero no quería incomodarla y desvíe la mirada.

- ¿Qué pasa? – Preguntó justo cuando levanté la vista.

- Nada... es solo que, te ves preciosa. – Dije con brutal honestidad, ya no tenía sentido que me reservara mis pensamientos.

- Gracias, aunque no se si piense lo mismo cuando este del tamaño de una sandía.

- Estoy segura de que te verás aún más bella. Acomodé las tumbonas y me disculpé para ir a cambiarme de ropa. – Ya vuelvo, me voy a poner el traje de baño.

Cuando llegué a mi habitación le di un par de vueltas a qué iba a ponerme, me terminé decidiendo por un bikini negro simple, y una camisa blanca abierta. Cuando me acerqué nuevamente a la piscina la vi ya en el agua, se había sumergido para mojar su cabello y se había ido a la parte más profunda, me quedé un momento parada en el ventanal, si obviaba el contexto de nuestra relación, podía suprimir la parte de la historia que era dolorosa y podría fingir que esta era una de las tantas escapadas que habíamos hecho cuando aún estábamos juntas, pero mis pensamientos me traicionaban y me traían a la realidad, una realidad abrumadora, en la que yo no tenía derecho a nada. Si bien estaba algo esperanzada, conocía mi lugar, sabía que posiblemente me perdería gran parte de su embarazo; las ecografías, la revelación del sexo del bebé, las noches con ella, los desayunos, el momento en que la presencia del bebé se hiciera presente y diera sus primeras patadas, quería tener derecho a todo eso, quería ganármelo, pero no sabía si ella volvería a confiar en nosotras, en que esta vez funcionaríamos y finalmente seriamos una familia, no sabía si ella creía que merecíamos la pena.

- ¿No vas a entrar? – Preguntó sacándome de mis pensamientos.

- Si, en un segundo estoy ahí. – Me quité la blusa bajo su atenta mirada y caminé hacia el agua.

- ¿Qué dijo tu madre? – Me preguntó tomándome por sorpresa.

- ¿Sobre qué?

- Sé que te interrogó cuando estaban en la cocina, la conozco. – Me miró sonriendo.

- Ella solo tenía algunas preguntas, no es un misterio que le gustas y que te quiere mucho, realmente lamentó mucho nuestra separación, me atrevería a decir que sufrió un poco cuando se enteró, ahora simplemente tenía algunas preguntas porque se confundió al vernos juntas, solo eso, realmente no la puedo culpar. – Dije casi sin pensarlo.

- ¿Por qué?

- Bueno ¿Qué somos? ¿Amigas? ¿Estamos viéndonos? No sé como clasifica esto que tenemos. – Dije señalándonos. – No sé cómo actuar a tu alrededor, porque una parte de mi esta muerta de miedo y la otra quiere besarte, no me gustan las dicotomías, las odio.

- Bueno, hazlo. – Declaró mirándome a los ojos sin pestañear.

- ¿Qué? – Estaba perpleja, me asustaba mover absolutamente cualquier músculo de mi cuerpo.

- ¿Me quieres besar? Hazlo ¿Qué te detiene?

- El miedo, yo... estoy aterrada. – Sentí que me embargaban una mescla de sentimientos difíciles de identificar, estaba petrificada.

Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora