Capítulo 1

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Mis manos estaban a tientas buscando las llaves del auto dentro del bolso, últimamente tenía la cabeza en cualquier parte, no recordaba muy bien dónde había dejado el llavero, seguí escarbando dentro del bolso, sin éxito, cuando sentí que alguien tocaba mi hombro, de repente mis oídos de taparon y escuché mi nombre, pero no pude determinar de quién era la voz, posiblemente por el pánico que sentí en ese momento, a eso se resumía mi vida últimamente PÁNICO. Tomé el gas pimienta que cargaba en el bolso y me di la vuelta con él en las manos con actitud defensiva.

Unos ojos verdes que sólo reflejaban confusión me miraban esperando una explicación, me sentí fatal cuando vi que estaba algo asustada por mi reacción. De pronto bajé la guardia, junto con el gas pimienta, y miré a Soledad con pesar e intenté pedirle disculpas.

- Sole, lo siento, no quise... Dios, perdón... es solo que me tomaste por sorpresa. Lamento asustarte.

- Ey, ey, tranquila – Acaricio mi brazo con cariño, claramente se había dado cuenta del pánico en mi rostro. - ¿Estás bien?, ¿Está todo bien?

- Eh, no, digo, sí, sí, es que últimamente he estado algo estresada y nerviosa, ya sabes, el trabajo, y todo eso. – Dios, nunca había sido una buena mentirosa, realmente recé para que Soledad me creyera y no me pidiera más explicaciones. – Pero dime ¿Qué haces en las instalaciones de Antena 3? – Intenté cambiar el tema lo más rápido posible.

- Trabajo, bonita, trabajo, que ya sabes que no paro. Ahora iba a llamar a un taxi porque tengo una sesión de fotos a unas cuadras de aquí.

- Deja, yo te llevo, es lo menos que puedo hacer después de darte semejante susto. Disculpa por lo del gas ¿Sí? – Intenté ponerle mi mejor cara.

- Tranquila, pero ¿Desde cuándo cargas gas pimienta en tu bolso? ¿Ha pasado algo? – me pregunto mientras se subía al lado del copiloto.

- Yo, nada, nada... - Me intenté abrochar el cinturón de seguridad, pero mis manos estaban temblando, solo hablar del tema me ponía nerviosa, definitivamente esto se me estaba saliendo de control.

- Ey Moni, tranquila – Soledad estaba realmente preocupada, se veía muy afligida. – Dime ¿Qué sucede? Me puedes contar cualquier cosa y lo sabes – Dijo con preocupación acariciando mis manos.

- Si, lo sé. – Respiré hondo y sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas, solo de recordar el miedo que había sentido en el último mes. – Es que, alg... alguien me ha estado acosando, quiero decir, siguiendo, no lo sé, es... no sé muy bien cómo explicarlo – Intenté que mi voz no temblara, pero claramente había fracasado, me limpié un par de lágrimas que rodaban por mis mejillas frenéticamente y miré a Soledad.

- ¿Qué? pero... qué, cómo es posible, no entiendo. – me devolvió la mirada incrédula y preocupada, también vi un destello de lástima, eso era exactamente lo que no quería.

- La policía dice que posiblemente es un hombre.

- ¿Qué? ¿La policía? Pero, esto es serio – me interrumpió preocupada.

- No sé que tan serio es, lo único que sé es que tengo miedo la mayor parte del tiempo, le conté a mi hermano y se vino a dormir esta semana a casa, porque no me quiere dejar sola, pero no puedo estar viviendo así, no puedo estar tranquila ni siquiera en casa. – estaba agotada con toda esta situación, sentía que estaba perdiendo el control de mi vida y quién fuera la persona enferma que me estaba atormentando no le podía dar la satisfacción de apoderarse así de mi vida y arrebatar mi seguridad.

- ¿Cómo te diste cuenta? Me refiero ¿A que te han enviado notas, o algo?

- Siempre me llegan cosas a la oficina del trabajo, libros, alfajores, la gente suele ser muy amable. Pero hace un mes me estaban llegando rosas rojas con unas letras, me pareció raro así que, al finalizar la semana, el día domingo, las junté y se trataba de un mensaje. Soledad, es algo que no le he dicho a nadie y que la única respuesta que encuentro es que me ha estado siguiendo, porque no tendía cómo enterarse de nada. La semana siguiente me envió otros regalos relacionados con el tema, luego me he dado cuenta que un auto me seguía a casa los fines de semana cuando salía del trabajo, así que ya sabe dónde vivo, y conoce parte de mi rutina. El otro día saqué a Camarón al parque y lo solté un par de minutos y volvió con un paquete en el hocico, que seguramente se lo dio él, no lo quise abrir así que lo dejé en la policía. – al finalizar cerré los ojos y llevé mi cabeza a al asiento del auto.

- Dios, moni, lo siento mucho cariño, cualquier cosa que necesites, a la hora que sea, puedes contar conmigo ¿Sí? Hablo en serio, a la hora que sea y para lo que sea. – Sentí la honestidad y preocupación en su voz, así que le agradecí dándole un abrazo.

- Gracias, de verdad. Ahora dime a dónde vas para acercarte.

En un par de minutos llegamos al lugar, pude observar que se trataba de un set de grabación, quizás era una película o serie, de repente vi una cara conocida, al parecer era Ana, así que evité hacerle preguntas, porque creí saber la respuesta. Al despedirnos me hizo prometer que nos mantendríamos en contacto y que la llamaría si necesitaba algo. Le di un último abrazo y me fui a casa, estaba agotada y lo único que quería era dormir y olvidarme de todo.

Al llegar a casa pude oler lo que mi hermano cocinaba, que de seguro sería algo delicioso.

- ¿Qué pasó? te estuve llamando, porque pensé que llegarías antes, me preocupé un poco.

- Perdón, no me percaté del teléfono, me encontré con una amiga y se me pasó un poco la hora, tranquilo no pasó nada. – me acerqué para darle un beso. – Huele increíble, y tengo mucha hambre.

- Que bueno, porque debes alimentarte bien, ya sabes, para estar saludable – me miró y me guiñó un ojo, mientras se ponía el paño de cocina en el hombro.

Ahora este era mi lugar seguro, mi familia, no tenía ninguna certeza de lo que pasaría en un futuro próximo, lo único que sí sabía, era que no dejaría que un demente controlara mi vida ni interfiriera en ella, ni ahora ni nunca. 

Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora