Mantenerlo en secreto parecía lo mejor para ambos, de esta manera, ninguno de los dos se involucraba demasiado y por ende, ningún corazón saldría herido.
Los dos sabían que tenían que guardar bajo llave su pecado, pues cumplir la penitencia de éste...
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Para mí, siempre era maravilloso tener nuevos comienzos.
Por lo que la adaptación no era un problema, o al menos no lo era cuando se trataba de algo que verdaderamente me entusiasmaba.
Tomando eso en cuenta, cuando salgo de mi primer día formal de trabajo, lo hago con satisfacción gracias al buen entendimiento que tuve, al menos por ahora, con mis compañeros y mis primeros pacientes.
Subo al vehículo que mi padre me ha prestado y conduzco rumbo a la Casa Hogar mientras escucho algo de Lana del Rey para distraerme un poco. Mis dedos tamborilean sobre el volante al ritmo de la canción y con voz desafinada, canto durante todo el trayecto aquellas canciones que me sé. Una vez que han transcurrido aproximadamente quince minutos de viaje, logro ver a la distancia el gran edificio que le pertenece a la congregación y aparco en el primer espacio libre que encuentro. Bajo del carro para tomar las cosas que he traído conmigo y colgando mi bolso del hombro, me dirijo hacia mi destino cruzando el pequeño camino que hay en la entrada.
- Hola, buenas tardes - saludo al guardia de seguridad cuando llego a la reja que protege el lugar
- Buenas tardes ¿en qué le puedo ayudar?
- ¡Oh! vengo a impartir clases de arte, soy la nueva maestra, me llamo Magdalena Campbell
- Lo siento, no me han dado la notificación de...
- ¡Paul! Déjala pasar, por favor - la voz de Harry interrumpe nuestra conversación provocando que dirijamos nuestra vista hacia él
- ¿La conoces, Harry? - pregunta el hombre llamado Paul
- Por supuesto, como te ha dicho, es la nueva maestra de artes. Lamento si no te dije antes que vendría, sabes cómo están las cosas dentro - responde
- Claro, yo entiendo, no pasa nada - lo tranquiliza y seguido a esto, abre la reja para que pueda pasar - Adelante, señorita Magdalena...
- Lena, está bien, muchas gracias - me apresuro a corregirlo y extiendo mi mano para saludarlo - Un gusto
- El gusto es mío - sonríe amable y me observa con detenimiento - Disculpe ¿cómo dijo que se apellida?
- Campbell - repito y eso ocasiona que me mire confundido
- Así, es Paul, es hija de Robert y Meredith - le informa Harry
- ¡Oh! ¡un placer señorita! Por favor, pase
- Gracias, que amable - murmuro más para mí misma
Cruzo la reja y sabiendo que debo guardar la compostura ya que no estamos a solas, saludo a Harry con un breve apretón de manos.
