C A P I T U L O 24

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C a p i t u l o 24

"Harry"

El tiempo se consume

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El tiempo se consume.

Honestamente no tengo conciencia del mismo. No sé si todo va demasiado rápido, o sumamente lento.

La sensación que recorre mi cuerpo me transporta a aquella noche.

Llevo mis manos a mi cabeza cuando siento que el suelo bajo a mí, se mueve. Pequeños flashbacks me conducen al instante en el que recibí la noticia de que aquel hombre había muerto.

Las condolencias llegaron pronto a la puerta de la casa de mis padres, los suaves y reconfortantes abrazos rodearon mi cuerpo y los discursos empáticos inundaron mis oídos durante semanas. Me tocó recibir todo ello en silencio, sin gesticular nada, sin asentimientos, sin lágrimas, solo una completa seriedad y una gran incertidumbre que me llevó a pensar:

¿Acaso habré sido yo el puente que lo condujo hacia su muerte?

Nunca lo sabría, más siempre me lo preguntaría.

Para todos los de mí alrededor yo era el más afectado debido a la unión que había entre nosotros, pues fue él quien me motivó, quien se convirtió en una figura de admirar al grado de que alguna vez aspiré con ser un igual. Maldita decepción. Honestamente todo aquello me parecía jodidamente gracioso en aquel momento; porque sí, estaba de luto, pero no por la muerte de aquel bastardo, sino por la gran pérdida que tuvo mi corazón cuando ella no estuvo más.

Con el cielo gris y una ligera brisa que llevaba diminutas gotas de agua, fui testigo de la forma en que su ataúd descendió en aquel hueco que cavaron en la tierra. Vestido de aquel característico color negro que se asocia con la muerte, lo maldije una vez más en mis pensamientos y contemplé con odio y desprecio la tumba en la que su cuerpo reposaba cuando busqué tener un último momento a solas con él.

"No fue tu culpa" pronunció Gemma minutos más tarde cuando se colocó a mi lado y le confesé lo que había hecho.

No, no había sido mi culpa... o ¿sí?

Tiemblo a causa de la ira, de la incredulidad, del odio que recorre mi cuerpo e incrementa con cada segundo que pasa. Mis puños están cerrados, presionados con tanta fuerza que siento cómo mis uñas se clavan en las palmas de mis manos, sin embargo, ese diminuto dolor no se compara con aquello que siento, con lo que ella ha vivido.

— ¡Harry! ¡escúchame, por favor! — suplica Magdalena a mis espaldas — ¡Tienes que detenerte!

Pero no puedo parar, sencillamente no puedo dejar esto atrás.

No puedo seguir con una venda en los ojos como todos los demás han hecho, simplemente me es imposible jugar a favor de ellos pretendiendo que nada ha ocurrido.

ILLICIT AFFAIRS | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora