Mantenerlo en secreto parecía lo mejor para ambos, de esta manera, ninguno de los dos se involucraba demasiado y por ende, ningún corazón saldría herido.
Los dos sabían que tenían que guardar bajo llave su pecado, pues cumplir la penitencia de éste...
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Mi cumpleaños había pasado casi como un día común en mi vida diaria.
Mis padres me felicitaron prometiendo comprarme un pastel por la noche cuando la misa de celebración que tanto planearon concluyera, mis amigos de Los Ángeles me enviaron largos textos de felicitación y buenos deseos y a mi trabajo llegó un ramo de flores, específicamente mis favoritas, por parte de Harry, claro, sin dejar de lado el agradable fin de semana que compartimos fuera de la ciudad.
Volviendo a mi rutina, conduzco hasta la Casa Hogar con la intención de impartir una nueva clase a mis pequeños alumnos; en esta ocasión trataríamos de hacer figuras de origami que podrían usar como decoración en sus habitaciones, ya que, en clases pasadas, algunos de ellos me compartieron que sus espacios eran "fríos y aburridos".
Hasta ahora, al menos esta etapa en mi vida la estaba disfrutando. Muchas veces dentro de mí consultorio he tenido que atender a niños que llegan con distintas conductas y, hasta ahora, se me había dado bien la atención con ellos, puede que por esa razón no me resultó complicado crear un lazo con los pequeños de la Casa Hogar, quienes al parecer, solían emocionarse con mi presencia y llenarme con pequeñas cartas y dibujos que hacían durante sus días libres para mí.
Estaciono el vehículo de mi padre en un espacio libre que encuentro una vez que llego y tomo del asiento trasero el material que usaré esta vez. Miro la hora en mi teléfono comprobando que he llegado cuarenta minutos antes y me debato entre la idea de quedarme aquí esperando a que el tiempo avance, o bajarme con la esperanza de no encontrarme a alguna de las arpías que me odia. Suspiro y termino cediendo a la segunda opción.
En la entrada saludo a Paul, el vigilante de este turno e ingreso al lugar sin saber muy bien qué hacer con el tiempo muerto.
— ¡Lena! — una voz femenina llama mi nombre ocasionando que observe sobre mi espalda — Soy Christine ¿me recuerdas? de la cena organizada para el Padre John
Miro con atención a la chica e inmediatamente me viene el recuerdo de la reacción de Harry al enterarse de que la joven se integraría a su equipo de trabajo. Desconocía cuándo había comenzado o si este era su primer día, realmente me era sencillo hacerme a un lado en lo que respecta a la comunidad, así que después de la cena olvidé por completo está situación, tal y como hago con su mayoría.
A pesar de ello, tomo la opción de ser cordial, volver a presentarme si es necesario y darle una cálida bienvenida de mi parte.
— Claro, la nueva maestra de geografía — sonrío amable dándome la vuelta para encararla — ¿Cómo te va?
— No muy bien si te soy sincera — hace una mueca — Creo que los niños me odian
— ¿De verdad? Tal vez solo sea que eres nueva por aquí y...
