Mantenerlo en secreto parecía lo mejor para ambos, de esta manera, ninguno de los dos se involucraba demasiado y por ende, ningún corazón saldría herido.
Los dos sabían que tenían que guardar bajo llave su pecado, pues cumplir la penitencia de éste...
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Doy una vuelta sobre mi lugar con el fin de comprobar que mi imagen se ve adecuada en el reflejo del espejo que tengo frente a mí. El atuendo que he seleccionado se ve bien y agradezco en mis pensamientos a mi hermana por ayudarme a elegirlo una semana atrás, corroboro que mi cabello luzca peinado y paso mis manos por mi barbilla solo para confirmar que no hay ni un solo vello facial estorbando.
Una vez que me he rociado perfume, salgo de mi habitación y abandono mi departamento asegurándome de dejar mi espacio en orden. Tomo el ascensor y bajo por este hasta el estacionamiento subterráneo para tomar mi automóvil y conducir hasta mi destino.
Durante el trayecto me dedico a escuchar algo de R.E.M. y tarareo cada una de las canciones que se reproducen en el interior de mi carro.
Tenía que confesar que me sentía un poco nervioso por el hecho de que Magdalena asistiría a este evento. La inquietud no venía precisamente del miedo a su presencia, sino del miedo por lo que los demás podrían hacer o decir al verla formalmente, pues durante todo este tiempo en el que ella ha estado yendo y viniendo a Edimburgo, sí, muchos de la comunidad la veían por las calles, pero después de lo ocurrido, ninguno de ellos había convivido realmente con la pelinegra.
Por suerte no estaría sola, sus padres, incluso mi familia y yo estábamos ahí para acompañarla.
Pero ¿Por qué habría aceptado asistir? ¿Por qué exponerse ante todos?
Hasta cierto punto me parecía un tanto contradictorio, pero me aseguraría de recibir una respuesta de su parte.
Logro llegar a mi destino después de un viaje largo tomando en cuenta que la ubicación se encuentra a las afueras de la ciudad, ingreso a la enorme residencia y busco un espacio libre en el que pueda aparcar mi automóvil después de darle mi nombre al hombre que está en la entrada dando la bienvenida a los invitados. Puedo ver que muchos de la comunidad han llegado y aunque busco el vehículo de los Campbell entre todos ellos, no lo encuentro, tomo mi teléfono para escribirle un mensaje a Lena anunciándole que he llegado y la pelinegra responde informándome que viene en camino junto a sus padres.
Bajo del carro y me dirijo hasta la entrada, donde unas escaleras blancas e impecables conducen hasta la puerta principal. Conforme me acerco, escucho el ruido proveniente del interior, por lo que no me cuesta identificar el sonido de la música y algunas charlas que se forman a su alrededor. Subo las escaleras y detengo mi paso al lado de la puerta, le escribo a mi hermana Gemma que estoy afuera y la castaña me indica que tanto ella, como su pareja y nuestros padres ya se encuentran dentro.
Aguardo el tiempo necesario.
Durante los minutos que me encuentro de pie en este lugar, veo a muchos de los invitados llegar, cada uno de ellos me saluda y aunque unos me preguntan el por qué no he entrado y otros me invitan a hacerlo, a todos les informo que estoy esperando a alguien.
