Capítulo 2

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––¿¡Dónde estabas!?

La rubia hizo caso omiso a su madre mientras subía por las escaleras. Siempre conservando su gesto de indiferencia.

––¡Adora!

La adolecente tiró la puerta tras entrar a su habitación. Su madre, quien no dejaba de perseguirla, abrió la puerta tras ella. El animalito había cesado un poco su llanto, pero comenzó a moverse bajo la camisa de su salvadora.

––¡¿No te das cuentas de qué hora es!? ¿¡De lo que esta pasando afuera!?––gritó buscando hacerla entender–– ¡Hay una tormenta eléctrica!

Adora río con desdén.

––¡Descuida! ¡Después de todo, estoy tan acostumbrada!––espetó la rubia con rabia–– ¿¡Qué más tormenta de lo que pasó hace unas horas!?

Su madre abrió la boca para responderle, pero la cerro de inmediato cuando el felino soltó un fuerte maullido. Adora lo sacó de su escondite.

––¡¿Y crees que esté es el momento para traer un gato a casa!?

––¡Estaba a punto de morir ahogado en la alcantarilla!

La mayor relajó un poco su mirada, no sin dejar de apretar los puños. Debía tranquilizarse. Al menos se encontraba en casa, sana y a salvo. Miró al animal que no dejaba de moverse torpemente en las manos de su hija. Tenía que ser comprensiva, más aún después de lo que había pasado. Tomó un suspiro en su intento de calmarse y finalmente habló.

––¿Que harás con él?––preguntó alzando sus brazos.

––Podría tomar tu lugar, digo, después de la gran idea que tuviste ––Adora le contestó secamente, sin poder sostenerle la mirada.

El asunto era que la familia Grayskull estaba rompiéndose, pedazo a pedazo. Sus padres habían tenido otra de sus fuertes discusiones. Su madre, Marlena, amenazó con irse de casa, su padre, Randor, había reaccionado como si no le importara, para después arrepentirse. Y así los dos continuaron discutiendo como dos tóxicos adolescentes. Adora no estaba dispuesta a seguir escuchándolos.

Aunque no mantenían contacto visual, su madre no se pudo contener en darle una mirada de angustia y desespero. Ese tipo de miradas que te dicen un "lo siento", pero eso a Adora comenzaba a dejar de importarle.

––Por favor, cámbiate. Pescaras un resfriado.

Fue lo último que dijo su progenitora, para luego dar la vuelta y dejarla sola en la habitación.

Bueno, no completamente sola.

Adora enserio se estaba preguntado que es lo que haría con el indefenso ser que estaba en sus manos. Volvía a maullar fuerte. Seguramente tenía frío, hambre y todas esas cosas que tienen los recién nacidos.

Para comenzar su tarea, se sentó en el piso y optó por secar a su nuevo huésped con una de sus viejas playeras. Lo hizo con cuidado de no lastimarlo. Al terminar, se dió cuenta que el animalito aún estaba temblando y todavía no dejaba de gritar. Lo último sólo la impulsaba a entrar en crisis.

Dejó al minino en una improvisada cama de playeras cerca de su armario. Busco el teléfono de su hermana, ella sabría bien que hacer. Mara había estudiado veterinaria, lo que la hacía una experta en el tema. Perdió su rayo de esperanza cuando al intentar llamarla, su celular se iluminó con el mensaje: «Mara está en otra llamada». Ante eso, decidió dejarle un mensaje.

Para Mara🛸

«SOS»

«Que tu trabajo sirva de algo».

Catra At MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora