Las siguientes semanas pasaron sin novedad alguna, la rubia permanecía sola en su cuarto. Marlena la había castigado, de modo que no tenía su celular ni ningún otro dispositivo. Tampoco podía entretenerse con los estudios, las clases aún no comenzaban. Pasar el tiempo con sus padres no era una opción pues, además de su tensa relación, Marlena permanecía ocupada en las tareas del hogar mientras su esposo trabajaba el día entero en el centro de la ciudad.
Adora cada día estaba más deprimida. Su madre no le daba vueltas al asunto, pensaba que era una más de las rabietas de su hija, pero Randor, durante la cena, notaba el malestar de su pequeña. Un día se las ingenio para decirle a su esposa que llevaría a Adora a la ciudad para distraerla. Después de una larga plática, Marlena, a las malas, había aceptado.
Ya en el auto, Adora no sabía que exactamente haría con su padre. Todos sus posibles escenarios se esfumaron cuando el auto se detuvo frente a la veterinaria dónde Mara trabajaba.
La rubia miró a su padre expectante.
—Baja —indicó el mayor con seriedad.
Entraron sin compartir palabra alguna, pero Adora no dejaba de mirar con intriga a su progenitor. Al llegar a la recepción, Randor pregunto por Mara. Minutos después la castaña apareció con un semblante de sorpresa. Adora corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. Su hermana le devolvió el abrazo.
—¿Podríamos hablar en un lugar más privado? —objetó el padre.
Mara no despegó la vista de los ojos de Randor. Ella asintió en silencio. Habia tensión, una chispa desafiante en los ojos de los dos adultos.
—No vayan a pelear, por favor —Adora la miró suplicante.
—Eso tu hermana lo decidirá.
La mencionada solo apretó la mandíbula. Después de un momento, deshizo el abrazo.
—Vamos a mi consultorio.
Adora, quien ya estaba caminado detrás de Mara, fue detenida por la voz de su padre.
—Quédate aquí.
Con labios temblorosos, la rubia se sentó en una de las sillas de la recepción. Los dos se perdieron tras cruzar la puerta. Ya habían pasado algunos minutos cuando el teléfono sonó y la recepcionista se ocupó en contestarlo. La curiosidad de Adora aprovechó el momento para escapar hacia el pasillo. Las voces de los adultos la guiaron hasta una de las puertas, estaba cerrada, pero podía escucharse lo que hablaban.
—¿Lo que dijiste fue enserio?
—Lo he pensando varias veces.
—¡Por Dios, Mara!
Dentro del consultorio, la morena estaba a punto de decir algo hiriente, pero prefirió cerrar la boca.
—Prométeme que no harás nada —su padre trataba de convencerla.
Mara desvió la mirada.
—¡Ni si quiera ganas el dinero suficiente! ¡El tiempo!
Ya no quería escucharlo. No sabía que realidad era peor.
—Harás que a tu madre le dé algo.
—Esa es tu excusa para todo, ¿verdad?
—Mara —insistió Randor.
Pasaron unos segundos para que ella volviera a responder.
—Esta bien.
¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Que era lo que su hermana había dicho? Las preguntas en la cabeza de Adora dejaron de maquinarse cuando escuchó que alguien se acercaba desde el otro lado del pasillo. Regresó rápidamente a su puesto. Un poco despues, lo dos adultos aparecieron en la recepción.
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Catra At Midnight
Fiksi PenggemarUna noche tormentosa, Adora rescata a una indefensa gatita. La rubia pensaba que sería su pequeño pedazo de paz en medio de todo el infierno que estaba pasando, pero la felina traía consigo un gran secreto.