Capítulo 17

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Las películas, los libros y las canciones eran  el nuevo pasatiempo de Catra, pero lo anterior tenía una temática principal: el enamoramiento, eso que parecía volver locos a los humanos. Todo el transcurso de la semana se la había pasado consumiendo aquel material de su interes. Prendía el computador y se acostaba a los pies de Adora, desde allí también escuchaba uno que otro pequeño ronquido.

Los seguidos desvelos habían creado grandes surcos oscuros bajo sus ojos bicolor. La rubia se había dado cuenta de sus trasnoches, al principio no quiso indagar en lo que hacía, pero al verla tan ensimismada se acercaba a la pantalla para apreciar lo que tan enganchada la tenía, pero eso solo terminaba con Catra cerrando abruptamente el computador. Incluso, en ocasiones, optaba por encerrarse con el aparato en el closet. Solo esperaba que no estuviera viendo cosas indebidas.

La ausencia del sueño para Catra, ahora daba como resultado unos continuos y exasperantes bostezos, pero ello no era excusa para no crear imágenes mentales de Adora y su persona. Todo lo que había visto, leído y escuchado solo había alimentado su imaginación, y esperaba que algún día pudieran recrear todos esos momentos que guardaba con anhelo en su mente. Tal vez acomodar sus manos alrededor de su cuello, al tiempo que sus labios se juntaran en eso que la humanidad denominaba como beso. Quería compartir esas miradas secretas que escondían los amantes al hacer sus travesuras. Quizás jugar con los pies debajo de la mesa o bailar entre sus brazos bajo una enorme esfera colgante, aunque no supiera cómo hacerlo.

Joder. ¿Era así como se sentiría desde ahora?

Debía despertar ya.

Aunque no le gustaba el agua, abríó el grifo y se estampó una buena cantidad en el rostro. Debía espabilarse. No podía estar así, no ahora. No un viernes, no la ultima hora de clase. ¿La razón?: Shadow Weaber, la profesora suplente de educación física, que había llegado hace más de una semana. Tenía un carácter horrible. Era fría, brusca y apática. Perder una materia era prácticamente improbable, eso, hasta que la bruja apareció.

Terminó por tallarse la cara con cansancio y se encaminó hacia la cancha. Esta daba completamente al aire libre, la brisa era agradable y tenía un tamaño bastante amplio. Gradas de concreto lo acompañan a sus lados y altas bardas de metal terminaban por curbrirlo del todo. En el césped recién cortado se encontraban colocados varios ornamentos dignos de una carrera de obstáculos, casi que de un nivel olímpico. Dispersos en todo el lugar estaban los alumnos de último grado. No dejaban de compartir una mirada de "ya llévame Dios mío" al saber todo lo que les esperaba.

Shadow Weaber los analizaba friamente, de pie desde el centro del lugar. El odio de los adolescentes hacia ella era bastante obvio, pero era un sentimiento recíproco.

—¿¡Dónde esta Castaspella!?

Un delgado y pequeño rubio lloriqueo desde algún lado. Sus palabras fueron suficientes para avivar quejas y reclamos.

—¡Nos hemos saltado los días de teoría!

La profesora se cubrió el rostro al escuchar esa última estupidez.

—¡Castaspella sigue enferma! ¡Dejen de quejarse! —gritó al borde del colapso.

Las voces cesaron, pero en su lugar se escucharon jadeos de hastío y pesadez. Era imposible acostumbrarse a los intensos entrenamientos de Weaber.

—Se supone que yo tampoco debería estar aquí —bramó frustrada. Por supuesto, ella era una reconocida entrenadora en el mundo del deporte, no una profesora de niños ridículos. Ellos no lo sabían, era famosa más que todo en su área laboral. Sus pequeñas vacaciones la habían conducido a la estatal de BrightMoon, solo para pagarle un viejo favor a Castaspella— ¡Reunanse en grupos de dos! ¡Ya!

Catra At MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora