CAPÍTULO 23

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                                 HARRY

Tomé la mano de Lou porque quería dejarle en claro lo que sentía en esos momentos. Y porque supe que si no lo hacía yo, él jamás lo hubiera hecho.
Nuestras manos encajaban tan bien juntas, como piezas de Lego.
Entrar a su mundo me pareció fantástico, pues conocí un lado de él que disfruté muchísimo. Es apasionado con sus gustos y eso lo hace ser auténtico. Eso sí, a diferencia de la primera vez que salimos, en esta ocasión lo noté un poco más callado y tal vez podría ser ¿nervioso?. O tal vez estoy exagerando y fue el lugar lo que nos impidió platicar de la misma forma que la vez pasada. De todos modos, en ese momento supe que era él, y es solo él, a quien quería a mi lado el día de la fiesta de fin de curso.
Muy a mi pesar, acabamos la noche temprano. Y es que, contrario a lo que hubiera imaginado, fue él quien insistió en que no debíamos pasarnos de la hora de llegada, ya que se había comprometido con mamá.
Cuando me encaminó hasta la puerta, supe que era el momento indicado para hacerlo.

—Me la pasé super bien –le dije.
—Yo también. Gracias por acompañarme.

Sin darnos cuenta, nos estábamos sujetando con ambas manos.
Entonces lo hice.

—Dentro de dos semanas es la fiesta de fin de curso y quería saber si te gustaría acompañarme –le dije–. —Es una cena‐baile en el salón del hotel Intercontinental.

Aún cuando sabía cuál sería su respuesta, sentí un poco de nervios cuando le pregunté.

—Me encantaría –dijo mirándome a los ojos.

Sentí que nuestros cuerpos se acercaban un poco más, impulsados por la mismísima ley de la gravedad. Llegamos tan cerca que sentí su respiración en mis labios. Si no fuera por la luz de la entrada que se encendió de pronto, estoy seguro de esa hubiera sido la noche de mi primer beso.
Me fui silbando todo el camino hacia mi recámara, cuidando, claro, de no hacerlo tan alto para no molestar. Estaba más contento que nunca, además de convencido de que había tomado la decisión correcta sobre a quien invitar a la fiesta. Lou era, sin duda, el chico que quería a mi lado en un momento como ese.

Decidí que, por respeto a nuestra amistad cibernética, no cancelaría mi encuentro del viernes con Matt. Además, aún tenía mucha curiosidad de conocerlo en persona. Al evaluar la situación, me pareció que no estaría haciendo nada malo, a fin de cuentas éramos amigos. Y aunque en algún momento habíamos intercambiado frases y palabras que podrían hacer referencia a otro tipo de interés entre los dos, la verdad es que, al menos de mi parte, ese interés dejó de existir después de mi última cita con Lou.
Al día siguiente, durante el receso, le conté a Liam todo sobre mi noche.
Él estaba feliz por mi, además le encantaba la idea de que Zayn y Lou fueran mejores amigos. Eso da pie a infinitas posibilidades a la hora de salir y planear viajes juntos y esas cosas.
Aproveché los diez minutos restantes del descanso para contarle, ahora sí, todo acerca de mi amistad por mensajes con Matt.

—¿Por eso estabas dudando de a quién invitar? –me preguntó con un tono de regaño.

Bajé la mirada.
Lo que siguió después fue el sermón más predecible que me podía haber esperado. Me cuestionó que como podía estar seguro de que la persona detrás del chat en realidad era un chico de dieciocho años que se llamaba como dice, y que si sabía del riesgo que implicaba haber aceptado conocerlo en persona.

—Sí sabes que el mundo está lleno de psicópatas, ¿verdad? –me dijo.

La cosa se puso peor cuando le platiqué de mis intenciones de asistir a la cita.

—¿Para qué quieres verte con ese güey? –me preguntó. —No creo que a Louis le haga mucha gracia que tengas una cita con un desconocido.
—Lou y yo ni siquiera somos novios, no tiene porque molestarse.
—¿Y si fuera al revés y fuera él quien se viera con otro chico? ¿Te molestaría?

No voy a negarlo, sentí náuseas solo de imaginármelo.

—Eso no importa –le dije–. —Mis intenciones con Matt no son lo que te imaginas. Es buena persona y no me gustaría dejarlo plantado así como así, sin darle ninguna explicación.
—No tienes que dejarlo plantado, puedes mandarle un mensaje y decirle cualquier excusa.

Liam tenía razón. Y tal vez él, con lo frío que puede llegar a ser, podía hacerlo con la mano en la cintura. Pero yo no, a mi me agobiaba la pena de quedarle mal a alguien con quien había platicado de mil cosas en los últimos meses. Matt no era cualquier persona, se había ganado mi amistad y no se merecía un trato menor que eso.

—Lo voy a ver, solo para decirle que ya no puedo seguir platicando con él.
—Pues lo único que te puedo decir es que ojalá y Louis no se entere nunca.




ANÓNIMO ||TERMINADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora