CAPÍTULO 28

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                                 LOUIS

Estaba consciente de que mi mal humor no ayudaba, pero me era imposible ocultarlo. Necesitaba confrontar a Harry para que me dijera la verdad, que aceptara que estaba jugando conmigo. Desde la mesa, me puse a observarlo, tratando de leer sus gestos para comprobar que mis sospechas eran ciertas. Pero se veía tan inocente y tan hermoso, que por un momento me hizo dudar de si todo lo que había sucedido era simplemente una enorme coincidencia.
Entonces me levanté de la mesa y me lancé en su dirección. Entré a la pista y me abrí camino hasta él. Lo tomé de la mano y le dije:

—Tengo que hablar contigo.

Harry me miró fijamente a los ojos y yo me sentí desarmado. Tan pronto aceptó, lo guíe fuera de la pista.
Llegamos hasta la mesa, donde traté de comenzar a desahogarme, pero el ambiente lo volvía imposible.

—¿Por qué no vamos afuera? –me dijo.

Me pareció una buena idea. Así lo hicimos.
Llegamos al estacionamiento.

—¿Ya me vas a decir qué te pasa? –insistió.

Lo miré por unos segundos.

—Lo sé todo –le dije.

Me miró como si le estuviera hablando en francés.

—Puedes dejar de fingir, Harry. Lo sé todo.
—¿De qué estás hablando?

Saqué mi teléfono para mostrarle nuestras conversaciones.

—¿Qué es eso?

Entonces le mostré el chat que tenía registrado con el nombre de "Alex".
Su sorpresa fue tal que me arrebató el teléfono y se puso a leer los mensajes.

—¿Tú por qué tienes esto? –me preguntó. Lo noté tan sorprendido que por un segundo estuve seguro de que no estaba actuando–. —¿De dónde lo sacaste?

—¿Eres tú el que escribe como Alex?

Harry se quedó como esquimal de peletería.

—¿De dónde lo sacaste? –insistió, después de que recuperó el habla.

—Contesta mi pregunta. ¿Eres Alex?

—Sí –bajó la mirada.

—¿Todo era un juego? –le dije.

Levantó el rostro y me clavó la mirada.

—¿Qué juego?

Una voz nos interrumpió.

—Lo mejor de todo es que no tuve que entrar a sacarte.

Volteé y me encontré con Ricky. No estaba solo, conté a siete fulanos a su lado.

—Ya entendí porque queríamos que habláramos aquí afuera.

—¿Qué? –Harry me miró sorprendida–.
—Louis, no estoy entendiendo nada de lo que estás hablando.

—Puedes dejar de mentir, ya lograste lo que querías –insistí.

—¿Agarre a la parejita en plena discusión? –preguntó Ricky.

—¿Tú que estás haciendo aquí? –Harry le dijo a Ricky, fastidiado.

—Vengo a cobrarme la que me hizo este cabrón.

Ricky se acercó, con su séquito detrás.
Harry se interpuso.

—¡Por favor, Ricky! ¡Vete de aquí!

—Yo no me voy a ningún lado. No hasta que me la pague. Y con intereses. Lo que hiciste no fue cualquier cosa, cabrón.

—Pues si le quieres hacer algo a Lou, vas a tener que pasar por encima de mi primero.

Lo dijo tan convencido que puso en duda toda mi teoría de conspiración.

—No te hagas el mártir, Harry. Esta es tu oportunidad de dejar a este naco de una vez. Entiendo que quieres pasar el rato y tirar desmadre. Presumirles a tus amigas que andas de rebelde y todo eso, pero ya te pasaste.

—Eres un pobre idiota, ¿sabías? –le dijo Harry a Ricky.

—Mira quien habla, eres igual o más idiota Harry.

—Ya estuvo bueno, cabrón –le dije–.
—¿Quieres partirme la madre? Va, aquí estoy. Pero a Harry no le vuelvas a decir nada en tu puta vida.

—Lou, no le hagas caso. Déjalo así y mejor vamos adentro –Harry me jaló de la mano.

Yo lo detuve.

—Dime algo, ¿sabías que él iba a estar aquí?

Harry frunció el ceño.

—¿Por qué piensas eso? ¡Claro que no!

Los ojos nunca mienten.

ANÓNIMO ||TERMINADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora