Capítulo 8 ❤️

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—Ya quiero irme —se quejó Gabi, por tercera vez.

Estábamos en el garaje, esperando a qué llegara Spitfire, Kenai y Laurent; los líderes de la banda.

Hoy se celebrará la luna de sangre. Lo cuál no es razón para alegrarse, pero tampoco para estar triste.

—Gabi, la luna de sangre no es un juego —la regañó Ember— Madura y dejá de pensar qué las vacas vuelan —soltó con evidente amargura.

Gabi le sacó la lengua. Y Ember abrió la boca con la clara intención de seguir protestando.

Me levanté del pequeño taburete y salí del garage, no tenía ganas de escuchar las discusiones sin sentido de las muchachas.

Ember debía dar el ejemplo, tiene casi la misma edad que Kenai; veinticuatro años y no debería rebajarse a la altura de Gabi. Esta última tiene dieciséis, pero de igual forma, no justifica su inmadurez.

El cielo estaba oscuro, casi no había estrellas, pero la brisa se hacía sentir, haciendo qué me dieran ganas de volver a dentro y buscar un suéter.

Pero demaciado tarde.

El ruido de las motocicletas me hizo saber que era hora de irnos.

Todos salieron de garage. Y Sunset derrapó a mí lado.

—¿Te vas a quedar ahí parada? —soltó divertida.

Reí por lo bajo y me subí a la motocicleta.

—¿Qué esperas? ¿Qué me bajé y empujé la moto? —le dije a Sunset de la misma manera.

Ambas reímos.

Y seguido arrancó. Al igual qué el resto...

Narrador Omnisciente

Los Alfas iban rumbo al coliseo el lugar dónde se celebraría la luna de sangre.

Ya llevaban un poco más de veinticinco minutos desde que habían partido de su guarida y su destino quedaba a unos cuarenta minutos más, pero no llegarían...

Una explosión.

Disparos.

Gritos.

Y un chirrido ensordecedor fué lo último que supo Applejack antes de quedar inconsciente...

Podía escuchar algunas voces, pero se sentían muy lejanas y su cuerpo, su cuerpo se sentía dormido, cómo sí le fuese caído un elefante encima.

Con el pasar de los minutos fué empezando a recobrar los sentidos y haciendo un gran esfuerzo, abrió sus ojos.

—Ya despertó la bella durmiente —avisó de mala gana Soarin.

Applejack parpadeó confundida.

Estaba en la guarida; en la enfermería para ser exactos.

—¡Despertaste! —gritó Sunset acercándose a la camilla dónde estaba su mejor amiga.

Sentía un gran alivio al ver qué la joven rubia había despertado.

—Eso creó —respondió un poco aturdida Applejack, mientras se incorporaba— ¿Qué rayos fué lo sucedió? —le preguntó a Sunset.

Sunset apretó los puños con fuerza.

—Esos miserables Coyotes nos emboscaron —le empezó a contar con palpable molestia— Por suerte se retiraron cuándo contratacamos —continuó— Pero una bala dejó inválida a Laurent.

Applejack estaba atónita, nunca se había llevado muy bien con Laurent, pero en ningún momento le deseó algún mal, ni a ella, ni a nadie.

Un momento, "emboscada"

Applejack abrió la boca con intención de pedir explicaciones, pero fué interrumpida.

—Llamaré a Hana para qué te chequee —le dijo Sunset— Me diste un gran susto. Habías estado más de veinticuatro horas inconsciente —le informó mientras le acercaba a ella y le indicaba que descansará...

(...)

—Aún no me explico cómo terminaste a metros dé los demás —objeto Spitfire mientras vendaba el brazo de la joven rubia— Por suerte el casco amortiguó el golpe —continuó contándole a su discípula— Me diste un gran susto —confesó mientras terminaba y le tendía un vaso con agua.

Applejack tomó el vaso y bebió su contenido.

—Por lo menos todos estamos bien —opinó mientras le devolvía el vaso vacío a la mayor.

El semblante de Spitfire cambió de manera radical. Su tensión era palpable.

—A comparación de otras veces —decidió aclarar— Hemos superado peores adversidades, y estoy segura de qué está vez no será la excepción —concluyó Applejack.

Spitfire asintió, tenía razón.

Pero ahora debía elegir a un próximo líder, y esa no era una tarea del todo sencilla.

Una semana después...

—Ya llegó tú chica —le avisó César— Y no llego sola.

Rafael miraba la escena, desde el asiento del copiloto del auto de Cesar; un Lamborghini rojo.

Applejack bajó de la motocicleta, se quitó el casco, mientras conversaba con el conductor; un chico esbelto, de piel morena y encrespado cabello color azabache.

Lo había visto antes.

El día que la vió por primera vez, y aunque no había intercambio palabra con ella desde el día que le tiró su café por accidente, aún quería acercarse a ella y lo iba a hacer.

Salió de su auto dejando con la palabra en la boca a su colega y se dirigió hacía ella.

—Le entro —le escuchó decir a Jackeline, antes de despedirse y empezar a caminar hacia la universidad.

Le siguió el paso de cerca y estaba por llamarla, pero lo acorralaron sus "admiradoras".

—Buen día Rafa —le dijo una de ellas de forma coqueta.

—¿Por qué tanta prisa? —le preguntó la otra.

Decidió ignorar las y seguir con su camino.

Pero había perdido de vista a joven rubia y no conocía su horario, ni siquiera estaba seguro de qué carrera estudiaba, pero sí recordaba cuál era su círculo de amigos.

(...)

—Déjame ver sí entendí —objeto Starlingth— Nunca habíamos cruzado palabra y ahora ¿Quieres que te haga un favor? Debés estar bromeando —concluyó mientras guardaba los libros en la estantería.

Rafael bufó. Ella no le iba a dar ninguna información, así que tomó su mochila y se dispuso a salir de la biblioteca.

Había faltado a su primera clase y todo, por nada o tal vez no.

Su desánimo desapareció en cuanto vió a Jackeline entrar a la biblioteca.

Y es ése momento su mundo se detuvo.

Ella era hermosa.

Desde su perspectiva, toda una diosa. Su ojos verdes cómo esmeraldas, su cabello rubio cómo el trigo en temporada de cosecha; qué aunque estaba un poco desordenado, le otorgaba un aura libre y rebelde. Y su forma de vestir, era sencilla pero a su vez original...

—Oye, sí quieres puedo regalarte una foto...

Volviendo a Vivir (Appledash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora