Capítulo 20 ❤️

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No lo podía entender.

¿Quién había si do capaz de comerte tal atrocidad?

Lo que había pasado ésa noche fué una masacre, pero ¿Quién la había comenzado? ¿Quién era el responsable de la muerte de la novia de Discord? ¿Quién era el responsable de desatar la ira de  la banda más agresiva de Río de Janeiro; los Coyotes?

Volví a la realidad, cuando sentí un toque en mí hombro.

Miré a mí compañera de mesa, Twiligth, con un movimiento de cabeza me indicó qué mirará al frente, así lo hice.

Y hay estaba.

El profesor de idioma mirándome con su mejor cara de pocos amigos.

Mierda.

—Señorita Russell, sería tan amable de abandonar mí clase —soltó con el ceño muy fruncido— Sí le parece aburrida mí clase la próxima vez no entre al aula.

Resople.

—Lo lamento, no volverá a suceder —me límite a decir y recogí mis cosas.

Linda forma de empezar el segundo semestre...

Los pasillos de la universidad se encontraban vacíos, lo más probable era qué todos estuviesen en sus respectivas clases.

A diferencia mía.

Qué me limitaba a caminar sin  rumbo por los pasillos de la universidad, quería despejar mí mente, pero se me hacía imposible.

Hace algunos días


—Es hermosa —dijo Sunset, refiriéndose a mí nueva motocicleta— Es una máquina de guerra.

Y lo es.

Una Aprilia RS 660, de color negro y naranja; todo un monstruo.

—Y apuesto a qué solo lo usarás para ocasiones especiales —acertó, por lo cuál sonreí— Eres aburrida Applejack ¿Cómo puedes hacerle tal crueldad está belleza?

Reí.

—Vamos, deja a la pobre motocicleta —le dije mientras tomaba el casco— Hay qué irnos...

Caminábamos hacía la entrada del coliseo, habíamos dejado las motocicletas estacionadas un tanto lejos y Soarin, se había quedado a cuidarlas —contra su voluntad—, y éso solo era el inicio de las penitencias qué le cobraría Kenai ¿cómo lo sé? Bueno, conozco a Kenia desde qué era una niña y conozco las reglas de los Alfas cómo la palma de mí mano.

El trayecto transcurría en silencio, el camino qué nos separaba del coliseo era una especie hueco en el terreno cubierto de árboles, mientras más avanzamos más empinado se hacía, pero era una tarea sencilla cuando literalmente creciste en el amazonas.

—Tanto silencio me da mala espina —argumento Kenia, rompiendo el cómodo silencio qué se había creado hasta ése momento.

Pero ahora qué lo meditaba, tenía razón.

Ya estábamos muy cerca del edificio y aún no se escuchaba ningún ruido ajeno a nuestras pisadas.

Algo andaba mal, y ver qué no había "guardias" en la entrada del coliseo me lo confirmaba.

Spitfire y Kenai, los cuales iban adelante voltearon a verme.

Asentí.

Saqué mí arma y levanté mí mano izquierda; indicándole al restó qué hicieran lo mismo.

Entramos, el pasillo principal seguía igual; sin un alma y en silencio.

La puerta qué llevaba al salón principal —donde se realizaban los enfrentamientos y demás— estaba abierta en par en par. Kenai fué el primero en entrar, luego Spitfire y yo...

Sangre. 

Éso era lo había por todos lados.

—¿Qué ha pasado aquí? —solte horrorizada, entonces se me vino una teoría a la cabeza— ¿La policía?

Spitfire, quién estaba a mí lado, nego con la cabeza.

—Ellos no proceden así —respondió sería—, además no tendrían razón para eliminar a su principal sustento.

Sí, ése era un muy buen punto, pero entonces ¿qué había sucedido?

Habían cuerpos cómo para hacer bandas enteras, era demasiado. El coliseo siempre se cobraba uno que otro par de personas en cada reunión y ése era el chiste.

El coliseo era tierra de nadie, por lo cual las bandas podían reunirse y dejar de lado su sin fin de diferencias y llegar a acuerdos —cosa qué no solía pasar ya qué preferían apostar lo que querían ganar y echar a pelear a muerte a su mejor guerrero— y así conseguir lo que querían —territorio, dinero, respeto o estatus— de una forma "pacífica".

Según ellos.

En el coliseo solo habían dos reglas:

Los enfrentamientos solo podían ser uno a uno o toda la banda  contra otra banda.

Aunque éso último no solía suceder. Y:

Todos los enfrentamientos deben ser a muerte, o de lo contrario, se declara traición.

—Todo está fresco—dijo Kenai moviendo con el pie el cuerpo de un hombre—, creo qué tuvimos suerte.

Y a éso yo le llamó ser positivo.

Un grito me hizo sacar mí arma —la cuál había guardado hace tan solo unos segundos— y darme la vuelta a una velocidad qué hasta flash envidiaría.

—¡¿Qué rayos te pasá Steven?! —gritó Sunset. Ya qué el castaño de anteojos casi nos mata de un infarto.

Aunque técnicamente él es el que casi muere, gracias a su grito de damisela en apuros.

—Mmm —señaló su pie— No me suelta.

Una mujer llena de sangre estaba sujetando el pie de Steven.

La pobre se veía horrible y apenas se distinguía su cabello rubio.

Ember se acercó a la escena y liberó a Steven.

—No puedo creerlo —soltó mirando a la mujer qué parecía estar más allá que acá.

Miré a Spitfire y ambas nos acercamos.

—¿No es ella la novia de Discord?...

De vuelta al presente.


—¡Carrizos! —exclamé cuando me lleve a alguien por delante y por inercia caí al suelo— ¿Rainbow Dash?

Me miró a mi y luego miró mí nuevo móvil, el cuál cayó al suelo gracias al choque.

Un momento ¡Mí móvil!

Me apresuré a tomarlo y a encenderlo, en vano.

¡Rainbow Dash!

Volviendo a Vivir (Appledash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora