—Sigueme —le dijo la joven rubia, en algo muy parecido a un gruñido.
Pero él no podía moverse. Tenía miedo; mucho miedo.
Pero ¿Por qué? Sí ya lo peor había pasado.
Esa era una respuesta qué el ni siquiera sabía.
Ya habían escapado de aquél "bar", pero aún así, Rafael no podía pensar con claridad, en realidad, él sentía que estaba en blanco.
Volvió a escuchar la voz de Jackeline; pero no podía entender lo qué le decía.
Rafael quería reaccionar, de verdad quería.
Pero no podía, aunque su corazon le pedía a gritos correr hacia ella, abrazarla. Decirle cuán agradecido se sentía y no era para menos.
Le había salvado de las consecuencias de sus propias decisiones.
Algunas horas antes...
—Estas seguro de ésto, hermano —le volvió a decir Diego— De verdad creó qué arriesgar tú vida por una simple apuesta es ¿cómo decirlo?... Estúpido.
Y Rafael lo sabía, claramente lo sabía.
Pero —segun él— debía a serlo.
Por su honor y orgullo.
Él había hecho una apuesta y ahora quería cumplirla. Y para éso debía entrar a ése lugar de mala muerte, esperar un par de horas y salir.
No era tan difícil ¿o sí?
Bueno, para uno de tantos pandilleros que habitaban Río de Janeiro era pan comido, pero para un adolescente de la alta sociedad, adinerado y con la putre idea de qué podía comerse el mundo en un santiamén.
Bueno, eso habría que verlo...
—Por mis corrales ¿Qué carrizos hacés aquí? —susurró con tangible molestia Jackeline, ocultándose bajo la mesa.
Rainbow Dash abrió los ojos cómo platos ¿Qué hacía ella aquí?
Pero reaccionó, no era el momento adecuado para hacer preguntas.
—Por favor —logro articular— Ayúdame...
Ambos avanzaban de prisa entre la multitud de gente.
Algunos bailaban, otros fumaban, otros bebían y otros buscaban a un chico de estatura mediana, chaqueta azul, cabello multicolor y responsable de haber desatado la furia de Luna.
Rainbow Dash llevaba puesta una gorra negra —perteneciente a cierta chica rubia— Y una playera blanca con unas letras escritas en negro que decían: 20% más genial. Su chaqueta favorita se había quedado bajo aquella mesa, la cuál le había servido de refugio hace tan solo algunos minutos.
Jackeline tomó la mano de Rafael, tomándolo por sorpresa. Seguramente sí hubieran estado en una situación un tanto diferente, su reacción hubiere si do muy distinta —en verdad muy distinta —.
Pero en ése momento, lo único qué podía pensar era en salir de ése lugar.
Aunque contradictoriamente se estaban alejando de las dos únicas salidas que tenía el bar.
Pero no era más que una estrategia para despistar a los hombres de Luna.
—Sigueme la corriente —le ordenó Jackeline.
Quién al instante empezó a moverse de un lado a otro al ritmo de la música: Samba.
Rainbow quedó atónito, pero espabilo y se apresuró a seguirla, no tardaron mucho en llegar a unas estrechas escaleras, las cuales estaban plagadas de gente, y ése era su objetivo: mezclarse entre los demás.
Después de un rato habían llegado al segundo piso, el cuál estaba menos poblado.
El lugar consistía en un largo pasillo, que llevaba —a muchísimas— habitaciones, algunas de ellas ni siquiera tenían puertas, pero no era impedimento para muchas de las parejas qué deambulaban por allí.
Jackeline guiaba a Rainbow sin percatarse de qué sus manos seguían entrelazadas.
—Por aquí —le dijo entrando a una de las últimas habitaciones, la cuál milagrosamente, sí tenía puerta.
Ambos entraron y cerraron la puerta, para seguido dejar secar un sonoro suspiro.
Intercambiaron miradas.
Y Rainbow dejó dibujar una pequeña sonrisa.
Grave error.
Jackeline se abalanzó contra él, sujetando lo por la camisa con una fuerza descomunal para una chica y lo estrelló contra la pared.
—¡¿Te volviste loco?! ¡¿Qué haces en un lugar cómo esté?! —le gritó echa una fiera, pero al mirarlo a los ojos, supo qué estaba arrepentido y asustado; estaba pálido y sudaba cómo si hubiese corrido un maratón. Entonces lo soltó— Hay qué irnos.
Rainbow Dash volvió a respirar, puesto qué no lo había hecho desde qué Jackeline lo había estrellado contra la pared.
Se secó el sudor de su frente con el antebrazo y observo a Jackeline, quién estaba abriendo la pequeña ventana de la habitación —si es qué se puede llamar así a cuarto polvoriento, lleno de basura y con una vieja cama en una esquina—, pero está parecía negarse a ello, pero no duró mucho ya que la rubia le propinó una fuerte patada y está cedió.
—Espero qué nos hayas mentido cuando dijiste que eras un atleta, porque está es la única salida y debemos saltar.
Rainbow tragó saliva...
En la actualidad.
—Rainbow Dash —le dijo de nuevo Jackeline— ¿Qué esperas? Debemos salir de aquí —solto ya en la salida del callejón, mirando hacía ambos lados; asegurándose de qué no hubiera moros en la costa.
Al no recibir respuesta voltio a verlo.
Y hay estaba.
Estático con la mirada en punto muerto de algún lugar. Suspiró y regreso sobre sus pasos, quedando enfrente de Rafael.
—¿Te vas a quedar ahí parado? —le reclamó llegando al punto límite de su paciencia, pero algo en ella se removió.
Muy en el fondo de su corazón se alojó un sentimiento de lastima.
Él estaba llorando.
Las lágrimas corrían en silencio por sus mejillas y éso la impacto.
—Yo... —no supo qué decir.
Así que actuó por impulso y lo abrazó.
Rainbow Dash aún sin salir de su trance por completo, se aferró a ella y se escondió en su cuello cómo un niño pequeño en los brazos de su madre.
Y pudo sentir algo qué no había sentido en años...
Paz.
ESTÁS LEYENDO
Volviendo a Vivir (Appledash)
FanfictionDicen qué hay gente en éste mundo que está muerta en vida. Y es verdad, yo lo estuve y es horrible. Olvide lo que se sentía ser feliz, pero los conocí a ellos, y... VOLVÍ A VIVIR, pero la traición y el derramamiento de sangre me mató por segunda vez...