Capítulo 29 ❤️

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—Tocino ¿tú tienes las llaves del almacén 201? —le pregunté a Sunset.

Ella me miró feo, pero luego sonrió y me dió las llaves.

—Acompañame a la "boca del lobo". Applejack no podrá ir, pero no podemos perdernos está competencia —hizo una especie de mirada suplicante, pero yo negué con la cabeza—. Anímate, será divertido.

Volví a negar.

—No me gustan los lugares abarrotados de gente —le recordé, mientras jugaba con las llaves—. Además, quiero limpiar el almacén está noche.

Sunset se cruzó de brazos y alzó una ceja.

—¿Desde cuándo tanta eficiencia? —protestó.

Reí.

—Mañana quiero salir con Dahír, pero Spitfire no me dejará a menos qué adelante mis quehaceres —le expliqué.

—Ah, ya entiendo —frunció el ceño; indignada—, prefieres ir a ver a tú novio en vez de pasar un rato con tú mejor amiga.

Sonreí.

—No me hubiese explicado mejor

...

Entré al almacén 201, allí era donde guardaban los muebles, colchones, cobijas y ropa qué no se usaba.
Entré y cerré la puerta atrás de mí, todo estaba hecho un caos, empezé a ordenar y a limpiar.

Y al cabo de un largo rato, terminé.

—¡Carajos! —me sobresalté cuándo tocaron la puerta— Ya voy —dije mientras me quitaba el delantal, pero empezaron a insistir—. Que ya voy —repetí mientras le quitaba el seguro a la puerta y la abría— ¿Piensas derribar la puerta?

Me quedé helada y las palabras se atoraron en mí garganta.

—Guilda ¿no me vas a saludar? —solto él acercándose a mí, por inercia retrocedí y ése fué mi error.

Lucas entró y cerró la puerta tras sí.

El terror no tardó en invadir mí cuerpo.

—Vamos a jugar Guilda, últimamente te he visto muy...—sonrió macabramente y un escalofrío recorrió todo mí cuerpo— apetecible.

Seguí retrocediendo, pero no tarde en llegar a la pared.

...

Él estaba encima de mí, tenía mis brazos inmovilizados sobre mí cabeza y su peso sobre mí cuerpo no me permitía escapar.

—Ésto me está divirtiendo más de lo qué creía —susurró el asqueroso en mí oído y luego beso mí cuello.

Cerré los ojos y se me escapó una lágrima; una lágrima de impotencia.

Ya era suficiente, le había prometido a mí madre qué jamás permitiría qué volviesen a dañar; y lo iba a cumplir.

—¡Suéltame! —le grité al mismo tiempo qué le propinaba una patada en su entrepierna.

Lo había tomado por sorpresa, y pude liberarme de su agarre, pero no me dió el tiempo suficiente para salir del almacén.

Chillé cuando me tomó del cabello con fuerza.

—¡Cállate! —me gritó cuando me acorraló en la pared, trate de liberarme, pero lo único qué gane fué una paliza—. Eres una niña mala —me dijo después de cansarse—, yo no tenía pensado hacerte daño, Guilda. Pero te has portado mal y mereces una lección.

Me volvió a tirar en el suelo.

—Es mejor qué no grites —me advirtió, mientras se quitaba el pantalón...

Desperté.

Gotas de sudor corrían por mí frente; mis manos temblaban y me costaba respirar.

Todo éso había si do un sueño, una pesadilla, una horrible pesadilla.

Pero sólo había si do éso; una pesadilla, una muy real qué me atormentaba desde antaño.

Suspiré.

Y volví a enterrar el pasado en lo más profundo de mí mente, a fin de cuentas no servía de nada martirizar me por lo qué ya había pasado.

Mis sentidos volvieron a la normalidad.

Me levanté y miré la hora en mí viejo reloj de oro: eran un cuarto para las dos de la mañana.

—Malditas pesadillas —bufé mientras buscaba mis cigarrillos.

No tarde mucho en encontrarlos, tomé uno y lo encendí con la vela qué estaba en la mesita qué había junto a mí cama.

Desde aquel día no había podido dormir en una habitación completamente oscura, era el más vivo recordatorio de qué aún no había superado mis miedos.

Le dí una gran calada, definitivamente éso me hacía sentir mejor.

—Sera mejor qué entrene —me dije a mí misma, termine mí cigarrillo y lo arrojé en un platito, juntó a la vela.

Me cambié y salí de la habitación.

El edificio se encontraba en silencio; un muy macabro silencio para ser sincera.

Entré al "salón de entrenamiento" y encendí las luces. El lugar se sentía extremadamente vacío y olía a sudor.

Era perfecto.

—Has mejorado  —soltaron a mis espaldas, dejé de golpear el saco de boxeo y me voltee—. Aquella niñita se ha ido, y quedaste tú, mí mano derecha —soltó Discord con su monotona seriedad, pero con una pizca de diversión en su rostro. Se volteó y emprendió la marcha, pero antes de salir habló—: los Alfas enviaron un comunicado, prepara al equipo, saldremos al amanecer —y se fué.

¿Qué diablos?

¿Por qué carajos no me había avisado antes?

—No sé por qué me se sorprendo —pensé en voz alta, mientras me quitaba las vendas qué tenía en las manos—. Con razón estaba tan exigente con la limpieza del edificio —farfullé, analizando la intensa semana qué habiamos tenido...

Volviendo a Vivir (Appledash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora